Juan Ticó: “un modelo de sacerdote, de apóstol y amigo”

En los años en que la Inspectoría de Buenos Aires asumió la parte argentina de la antigua inspectoría San Miguel, resto de la gloriosa prefectura apostólica de Punta Arenas de Mons. Fagnano, el Padre Reyneri, inspector de Buenos Aires, hizo un pedido para que todas las Inspectorías argentinas enviaran allá, algún personal. Así fue como entre los varios misioneros italianos que pasaron de Chubut (Inspectoría de Bahía Blanca) a Santa Cruz, también iba Juan Ticó, que era el único patagónico propiamente dicho, de los que allá se llaman, un verdadero “NyC” (nacido y criado) en Santa Cruz y de los que “comen calafate”, porque “a la Patagonia, siempre vuelven”. Había nacido, en efecto, en Puerto Santa Cruz, el 20 de octubre de 1919. Sus padre, Domingo y Juana Luis, que habían venido de España a principios del siglo XX, tuvieron siete hijos, todos nacidos en Santa Cruz, de los que Juan era el menor. Allá inició la escuela primaria en el estatal, pasando luego al Salesiano, Domingo Savio, para terminar sexto grado. Así fue que, al sentir la vocación a la vida salesiana, se dirigió a Punta Arenas, para iniciar el aspirantado estudiando latín.

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Recibió la sotana de manos de Mons. Nicolás Esandi, primer Obispo Viedma, que en esa época abarcaba hasta Tierra del Fuego. Siendo la primera visita de un obispo, un acontecimiento tan importante para Río Gallegos, los padrinos de la ceremonia fueron nada menos que el Gobernador Gregores y su Señora. Realizó luego en Fortín Mercedes, su noviciado en 1936 y allí mismo la primera profesión, el 4 de febrero de 1937. También en Fortín, inició los estudios de magisterio y, en 1939, comenzó su tirocinio en Stroeder, provincia de Buenos Aires, próximo a Fortín. En 1940 hizo su profesión perpetua en Fortín Mercedes.

Desde el 1984 al 1988, fue director y párroco de la Obra de San Julián. Para el centenario de la muerte en 1988, viajó a Europa con un grupo de salesianos de la Inspectoría, visitando Italia, Francia, España y Suiza. En Turín asistieron a Los festejos el centenario de Don Bosco. En 1989, regresó por segunda vez a la Misión Salesiana de Río Grande, como vicario de la escuela Agrotécnica Nuestra Señor de la Candelaria, director del museo Mons. Fagnano y jefe de la sección museo.

Entre otras actividades los domingos atendía la capilla María Auxiliadora en el Barrio Chacra II de Río Grande. Acompañaba a numerosos turistas a visitar la escuela Agrotécnica, los museos y lo monumentos históricos.

En 1997 se inauguró el nuevo y moderno edificio del Museo Mons. Fagnano, de Ciencia Naturales, Historia y Antropológica de Tierra del Fuego.

 

Servicio a los jóvenes

Toda su vida se desarrolló en la Patagonia Argentina, tierra de los sueños de Don Bosco y de la especial protección de María Auxiliadora.

En 1949, inició su vida sacerdotal, en el colegio de San Julián. De 1950 a 1953 estuvo en Puerto Deseado, como maestro y consejero en el colegio San José. En los meses de vacaciones iba a la Misión Salesiana de Río Grande donde aprendió taxidermia, trabajando para el museo Mons. Fagnano con el Hno. Marino Francioni.

De 1953 a 1960 vuelve a San Julián y a fin de ese año, va como director y párroco a Santa Cruz. Las primeras palabras que dio como director, son célebres. “Pasaremos un año lindo unidos por la caridad. Lo demás, Dios proveerá”. Después pasó con los mismos cargos a San Julián y, de 1966 a 1974, como párroco de Puerto Deseado.

 

Testimonios

El 18 de septiembre de 1973, el diario La Opinión de Río Gallegos, decía en ocasión de las bodas de plata sacerdotales del P. Ticó: “magnífica y fecunda labor salesiana en nuestra provincia desde hace más de 25 años, tan alabada en nuestro país y que él compartió dese sus primeros años. A sus dotes religiosas y docentes, unió dotes artísticas y manuales, que le llegaron a la pintura, dejando en todos los colegios donde actuó, no sólo los cuadros que hacen su elogio, sino también la facilidad didáctica de este arte, que hacía admirar tanto los dotes del maestro, como los cuadros pintados por sus alumnos y elogiados en todas las muestras escolares donde actuó”.

El teatro y los títeres, en las funcione escolares, y el conocimiento de los estudios indígenas de la zona, hicieron la admiración de todos los alumnos primarios y secundarios. El Colegio salesiano de Puerto Deseado, cuenta gracias a él, con la cooperación de salesianos y alumnos, de un magnífico museo regional, meta de turistas y estudiosos.

La navegación y la pesca, como medio de esparcimiento de los alumnos, le han granjeado también, la fama y el cariño de sus exalumnos y amigos, esparcidos hoy por toda la provincia.

 

Su acción pastoral

Estuvo al servicio de los jóvenes en la escuela Agrotécnica de Río Grande de 1974 a 1977. Todos los días recibía alumnos en su despacho, con su carisma salesiano y sencillez que lo caracterizaba. Fue destacado en su trabajo por los jóvenes, siempre con una sonrisa enseñándoles, conversando o tomando mate con ellos. Allí, comenzaron sus excursiones a la zona de bahía Thetis, para buscar material lítico para el museo.

Además de ser director de los colegios de Santa Cruz, San Julián y Puerto Deseado y después de desempeñar otros cargos –dice La Opinión– “fue párroco de esas dos ciudades, capellán del 9º escuadrón de Caballería blindada y del Hospital Regional de Puerto Deseado”.

De 1978 a 1983 fue párroco de Nuestra Señora de la Merced, en Ushuaia. Allí recibió a los náufragos del hundimiento del Belgrano en la guerra de las Malvinas.

 

Su figura moral

El P. Francisco Barlé, en nombre de los salesianos de Santa Catalina, lo define como “un modelo de sacerdote, de apóstol y amigo. Es un hombre enamorado de su querida Patagonia”.

El P. Tito Iannaccio dice: “Me alegra mucho saber que será inhumado precisamente en el mausoleo de la Cruz. Creo que es el lugar más precioso para conservar el tesoro de sus restos”.

 

Títulos y distinciones

“El Señor miró su humildad e hizo en él grandes cosas”. Precisamente, por su sencillez humilde y su vida al servicio de la comunidad, recibió también grandes reconocimientos.

El P. Juan Ticó fue el primer sacerdote santacruceño. Por eso, al cumplir 60 años de sacerdocio, el Concejo Deliberante de Puerto Santa Cruz, resolvió el 11 de diciembre del 2008, declarar “de interés comunitario”, la celebración de su aniversario.

También el Concejo Deliberante de San Julián decidió nombrarlo Ciudadano Ilustre, al cumplir sus bodas de oro sacerdotales.

El Consejo Superior de Educación Católica (CONSUDEC), por su parte, en noviembre del 1988 le otorgó el premio Divino Maestro por su trabajo pedagógico.

Fue Maestro Normal Nacional y Profesor Secundario en Biología, Geografía, Historia y Dibujo.

Después de una larga enfermedad, producto de una complicación cardiovascular y renal, falleció en la ciudad de Río Grande, el 10 de diciembre del 2012 –tenía 75 años de profesión religiosa, 64 de sacerdote y 93 de edad–. Toda la Comunidad de Río Grande participó de su sepelio. Por la maña se celebró una misa de cuerpo presente en el Santuario de María Auxiliadora de la Misión Salesiana. Posteriormente se procedió al entierro allí mismo, en la Misión, en el lugar de la Cruz, donde descansan otros hermanos que entregaron su vida por esas tierras.

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