“¡Fraile o no fraile yo me quedo con Don Bosco!”

En el marco de la celebración inspectorial por el día de San Juan Bosco, el lunes 31 de enero, los novicios Augusto Bravo (24), Luciano Piccirilli (29) y Mauro Rosatto (25), de la Inspectoría Salesiana Ceferino Namuncurá (Argentina Sur), hicieron su primeria profesión religiosa como Salesianos de Don Bosco bajo el lema “¿No ardía acaso nuestro corazón…?” (Lc 24, 32).

Fue una celebración que se llevó a cabo en el Santuario Nuestra Señora de la Guardia de la Casa Salesiana de Bernal y que congregó a familiares y amigos de los novicios, y a un nutrido grupo de salesianos que acompañó a estos jóvenes. Esta ceremonia también fue seguida en vivo a través de la página de Facebook de la Obra Salesiana de Bernal (@obrasalesianabernal)

La misa fue presidida por el Padre Inspector Darío Perera SDB, y concelebrada por Mons. Juan Carlos Romanín SDB, obispo emérito de Río Gallegos, por varios salesianos sacerdotes, y por el párroco de la parroquia diocesana María Auxiliadora del barrio bernanlense de Santa Coloma, P. Adolfo Bertinelli.

En la homilía, el P. Perera habló sobre la consagración a Dios y sobre el carisma de Don Bosco: “Cuando decimos ‘Don Bosco’, nuestro corazón palpita fuerte. Por eso, a veces nos acusan de fanáticos… No sé si llamarlo así porque esta expresión tiene un tinte negativo. Pero es cierto que nuestra adhesión a Don Bosco no es solo racional, sino que nos involucra emocionalmente. Por eso, nos identifica tan plenamente una de las frases de uno de sus hijos, Juan Cagliero: ‘¡Fraile o no fraile yo me quedo con Don Bosco!’”.

Y continuó explicando la alocución de este histórico salesiano que llegó a la Argentina en la Primera Expedición Misionera enviada por San Juan Bosco: “Cagliero expresa algo a lo que se llega a partir de un discernimiento que va más allá de las lógicas dominantes”.

En seguida, describió qué se estaba celebrando: “Estamos en esta Fiesta de Don Bosco porque tres hermanos nuestros harán su primera profesión religiosa. Esto, a muchos de nuestros contemporáneos, les puede parecer una locura: la vida consagrada puede ser percibida como una realidad fuera de época y, mucho más, si se tiene en cuenta la renuncia que significan los votos de pobreza, castidad y obediencia. Una experiencia similar vivió Cagliero. Cargado de incertidumbre pasó una noche angustiado por la propuesta que le había hecho Don Bosco. En el Piamonte de aquella época, ser religioso, ser fraile, tenía un fuerte rechazo social. Pero como dice Blaise Pascal, ‘el corazón tiene razones que la razón no entiende’”.

“Queridos Augusto, Mauro y Luciano –continuó el Padre Inspector de Argentina Sur–, sé que muchos podrán no entender lo que ustedes van a hacer porque centran su mirada en las renuncias que conlleva la consagración. Los que así ven las cosas aún no han percibido el encanto de la consagración”.

Y finalizó la homilía: “Hace unos meses fui a Viedma, y quise visitar la tumba de Cagliero. Quería estar cerca de aquel oratoriano alegre e intrépido a quien Don Bosco invitó a ser salesiano, junto con Miguel Rúa y con otros 17 jóvenes, el 9 de diciembre de 1859. Aquella mañana en Viedma renové mi consagración como salesiano. Le pedí a Cagliero que mantuviera en mí la decisión de quedarme siempre con Don Bosco. Por eso, déjenme terminar pidiendo a Dios el don de la fidelidad para mis hermanos salesianos que un día como hoy consagraron su vida a Dios. Y pidámosle a Dios por Augusto, por Mauro y por Luciano para que les conceda la audacia de seguir a Jesús y de entregar toda su vida el servicio a los jóvenes más pobres”.

Luego de la homilía, el Padre Inspector tomó la profesión religiosa de los novicios. Allí, les entregó un ejemplar de las Constituciones y Reglamentos de los Salesianos y una medalla de Don Bosco, como símbolo de que ya son formalmente Salesianos de Don Bosco.

Los tres novicios de Argentina Sur

Mauro Rossato y Augusto Bravo son de la ciudad de Bernal y son exalumnos del Instituto María Auxiliadora. La vida de ambos está marcada por el estilo del oratorio festivo salesiano.

Por su parte, Luciano Piccirilli es de Bahía Blanca y transitó las aulas, los pasillos y el patio de la Casa Salesiana Don Bosco de esa ciudad, donde fue parte de la IAMS (Infancia y Adolescencia Misionera Salesiana) y del Teatro Valdocco.

Durante el año pasado, los tres jóvenes hicieron la experiencia del noviciado en la Casa Emaús que los Salesianos tienen en la ciudad de Bahía Blanca.

 

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