“Ceferino pertenece al mundo, también a África”

Mensajes de Ceferino para África: 

Soy salesiano, misionero y sacerdote. Trabajo en África desde hace casi 30 años.  Aquí estoy en la casa Ceferino Namuncura de Lagos, en Nigeria, un país de África Occidental con 240 millones de habitantes. El sábado celebraremos con los chicos de la calle, en esta casa, la fiesta de Ceferino. Y me preguntaba, ¿qué tiene que enseñarnos nuestro querido Ceferino Namuncura hoy a nosotros, sudamericanos y africanos, argentinos y nigerianos?

Comparto con ustedes, cinco mensajes, cinco gritos de Ceferino dirigidos desde su pedacito de cielo directo a nuestro corazón. A abrir los oídos, que aquí van los “gritos”:

  1. Todos Somos hermanos: para una argentina polarizada y dividida, para un África dividida por el tribalismo y el etnicismo Ceferino nos grita desde el cielo: ¡Todos somos hermanos! ¡No hay más blancos e indígenas, argentinos o chilenos o paraguayos, militares e indígenas, indígenas y hombre blanco, yorubas e Igbos, Tutsis o Hutus, Timnis o Mendes!  Ceferino, con su vida y su palabra nos llama a destruir muros y barreras y a construir puentes, a ser constructores de la comunidad. Este fue el sueño de Ceferino, y debemos hacerlo también nuestro sueño.  Jesús, nuestro bautismo y nuestra fe nos hacen uno. Ceferino nos llama a hacernos uno, especialmente con los más pobres y vulnerables compartiendo con ellos vida y fe. En estos momentos de gran tensión social en Argentina y en el Oeste Africano Ceferino nos llama a la unidad y nos grita: “todos somos hermanos”
  2. Fe y cultura: Ceferino Namuncurá nunca renegó de su cultura, de su ser indígena, su ser mapuche, su piel oscura, sus tradiciones, su religión natural. Pero cuando encontró a Jesús y lo aceptó en su corazón, se enamoró de Él y comenzó una amistad profunda y verdadera, que lo llevaría a la santidad y a los altares. Ceferino fue capaz de reconciliar sus creencias tradicionales con la propuesta del evangelio e hizo una síntesis existencial que lo llevó a la santidad.

En un mundo que cambia constantemente y nos desafía, Ceferino nos pide que seamos fieles a nuestras raíces, a nuestra identidad cultural más profunda, así como nos invita a ser fieles a nuestra fe, a las promesas que hicimos en nuestro bautismo. Nos invita a que miremos críticamente todas las propuestas que nos hace el mundo y nos quedemos con aquello que es bueno, justo, y santo, dejando de lado todo lo que destruye nuestra identidad, nuestra dignidad, nuestra cultura y nuestra fe.

  1. Superar obstáculos: Ceferino nunca la tuvo fácil, dejar su tribu, su familia, su tierra, su lengua para continuar su educación fue todo un desafío vital, enfrentarse a las burlas de sus compañeros, que le preguntaban si había comido carne humana. Imaginarse las humillaciones. ¡Qué decir de la tuberculosis, que cortó sus sueños más profundos! Pero nunca se achicó. Apechugo, fijó los ojos en Jesús, su mejor amigo y le metió para adelante. Los obstáculos se convirtieron en oportunidades. Y nos pide que no nos achiquemos, que cuando las cosas se ponen difíciles, pongamos toda nuestra confianza en Dios, nos arremanguemos la camisa y nos pongamos a trabajar hasta que lleguemos a nuestro destino, en la casa del Padre.
  2. Su deseo de volver a su pueblo para ser misionero entre su gente: la historia de Ceferino nos muestra cómo su fe lo llevó a encontrar su vocación de servicio, él quería ser salesiano, sacerdote no para pararse en un pedestal, sino para volver a su pueblo y luchar por la dignificación y por el bien común de los suyos, de su gente, de su pueblo y de sus hermanos y hermanas. En un momento histórico general en que jóvenes argentinos y africanos quieren escapar a Europa y a USA buscando pastos más verdes y nuevas oportunidades, Ceferino nos grita que hay que volver; volver a nuestras raíces, a nuestra gente, el quiere que amemos nuestra tierra, nuestro país, que miremos al pasado con gratitud, al presente con pasión y al futuro con esperanza. Él nos invita a superar las críticas destructivas y cambiar la realidad desde dentro con esfuerzo y trabajo. Como nos decía el Papa Francisco, Ceferino nos invita a subirnos juntos a la misma barca, a fijar los ojos en el cielo y a dejarnos guiar por las estrellas; a remar juntos, a luchar juntos por el bien común.
  3. Sed de justicia: Ceferino invita a todos, pero sobre todo a los jóvenes a comprometerse con la realidad, en la lucha por la justicia. Nos grita desde cielo a no escondernos en realidades virtuales que lo único que hace es mantenernos indiferentes y como espectadores de una realidad que nos desafía. Ceferino nos invita a tener el corazón inquieto frente a la cuestión social, frente al dolor y el sufrimiento de tantos niños y niñas, chicos y chicas, que están crucificados y siguen esperando su domingo de resurrección. Sentir lástima viendo videos de jóvenes sufriendo no es suficiente. A Jesús lo movió la compasión, y la compasión empieza en las “entrañas”, pasa por el corazón y termina en la acción. Como decía Madre Teresa, es cuestión de “amar hasta sentir dolor”. La sed de justicia empieza en la compasión y termina en la acción. Jóvenes latinoamericanos y argentinos, unidos en la construcción de la civilización del amor, como lo proclamaba hermosamente San Juan Pablo II, luchando por un mundo más equilibrado, “batallando” por la justicia y por la paz. 

Concluyo diciendo que Ceferino no está muerto; Ceferino vive y su mensaje sigue siendo actual, vital y “revolucionario”. Ceferino no pertenece solo a los argentinos ni a los salesianos. Ceferino pertenece al mundo, también a África; es un referente de la Iglesia Universal. Hay que conocerlo, estudiarlo, quererlo, re-pensarlo, y sobre todo imitarlo. Si el sueño de Don Bosco es un sueño que nos invita a soñar, como nos dice Don Angel Fernandez Artime en su Strenna 2024, ¡el sueño de Ceferino es un sueño que nos invita a actuar a transformar la realidad, la cultura y nuestra sociedad en el Reino de Dios! ¡El sueño está moviéndose, el milagro está en camino!

Jorge Crisafulli SDB

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