El P. Ismael Zabala sabía “hacerse querer”

Eran las 3 de la tarde, mientras el termómetro de la ciudad se acercaba a su récord de calor y humedad… Era el 26 de diciembre de 2015 en que la Navidad se iba despidiendo silenciosamente y, en la clínica San Camilo de Buenos Aires se apagaba serenamente la copiosa vida del P. Ismael. Porque el P. Ismael ha sido siempre una persona de actividad, que no podía quedarse quieta; asimismo era una persona a la que le gustaba amenizar los encuentros con un chiste nuevo que tenía preparado. Se apagaba aquí abajo, pero allá, en el cielo, estallaba en un mediodía de luz, alguien que había vivido toda su existencia consagrada a Dios y al servicio de su prójimo.

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El Padre Ismael había nacido en la ciudad de Junín, provincia de Buenos Aires, el 5 de abril de 1930. Su papá, Ismael Regino, fue un argentino que se ganaba la vida trabajando como ferroviario. Su mamá, Edelmira Francisca Tomera, como era la tradición en esos tiempos, estaba consagrada a la educación de los hijos (Esther e Ismael) y al cuidado del hogar.

Ismael fue bautizado el 19 de enero de 1937 en la parroquia de la Inmaculada de la ciudad de Quilmes, y en 1939, con solo 9 años, fue llevado al colegio salesiano Vilfrid Baron de Ramos Mejía, donde continuó sus estudios primarios. A los 12 años ya sintió la inclinación hacia el sacerdocio. En esa época se consideraba la edad adecuada. El 19 de noviembre de 1942, en la misma casa donde estudiaba, pidió pasar a formar parte del aspirantado menor para seguir luego con su formación en Bernal a partir de 1944. Concluidos sus estudios, fue admitido al noviciado; lo transcurrió en la casa del Sagrado Corazón de San Justo (en esos años, Morón). Allí entró el 22 de enero de 1949. Eran tiempos en los que un candidato al sacerdocio recibía la sotana en esta etapa formativa. El superior que se la impuso fue el P. Pedro Berruti, Prefecto General de la Congregación Salesiana (hoy en día equivale al Vicario General). El 31 de enero de 1950 hizo su primera profesión, por tres años, como salesiano religioso.

La etapa siguiente de formación de los salesianos de la Inspectoría San Francisco de Sales se realizaba en la Casa Nuestra Señora de la Guardia de Bernal. Allí fue Ismael y, al tiempo que fortalecía su vocación, comenzó y concluyó sus estudios de magisterio recibiendo su título de Maestro Normal Nacional y de filosofía.

El 24 de enero de 1953 renovó su profesión religiosa por otros tres años. La tradición, que viene de los tiempos de Don Bosco, pide que el salesiano no se forme solamente con los libros, sino también con la praxis educativa y pastoral. A Ismael se le ofreció realizar esta experiencia en el colegio Nuestra Señora de la Guardia de Bernal como maestro en el ciclo primario. Allí pasó dos años de su vida.

El 22 de enero de 1955 Ismael se consagró definitivamente al Señor en la Congregación Salesiana. Tenía casi 25 años y había logrado el primer objetivo de su vida. Pero todavía faltaba el presbiterado. Para ello tenía que completar su formación y los estudios de la teología. El Instituto Teológico José Clemente Villada y Cabrera quedaba en la ciudad de Córdoba; allí fue en enero de 1955. No pudo concluir los estudios por un problema de salud. Estando en Córdoba sufrió lo que se daba en llamar un surmenage, es decir, un cuadro generalizado de estrés y agotamiento físico e intelectual. Por este motivo su ordenación se pospone. Pero al fin llegó el día más esperado de la vida de un sacerdote: el 16 de mayo de 1959, en la basílica de María Auxiliadora de Buenos Aires, Mons. Miguel Raspanti, obispo de Morón, y hasta hacía pocos años, superior provincial de los salesianos, lo ordenó como sacerdote. Ismael había cumplido los 29 años.

 

Comienza el apostolado del P. Ismael

No era un hombre para los libros, sino para la acción. En 1960 trabaja en San Juan Evangelista de La Boca y en el aspirantado de Ramos Mejía, como catequista (1961). Se necesitaba un Vicario y Ecónomo en el colegio Santa Catalina de Buenos Aires y hacia allá partió en 1961. Asimismo, estuvo al frente de la asociación de Exalumnos de Don Bosco de dicha casa. Fueron cinco años de servicio incansable y generoso. Pero Ismael se sentía llamado a estar en medio de los chicos, y en 1966 el Padre Inspector le propuso ir a la Casa San Antonio de Buenos Aires, como director del Oratorio Festivo y capellán del batallón 15 de Exploradores. Fueron 4 años (1966–1969) de trabajar con muchachos y de granjearse grandes amistades. Pero faltaba la última etapa que transcurriría en Buenos Aires: en 1970 lo encontramos como profesor en el colegio Pío IX. Fue sólo un año, porque Ismael estaba llamado a comenzar el período más valioso y fecundo de su vida: ¡La Patagonia!

 

La Patagonia, su lugar en el mundo

En 1971 es enviado como director de la Casa Salesiana Monseñor Fagnano de San Julián, Santa Cruz. Ismael fue a la Patagonia y nunca más la abandonó. Fueron los 44 años más felices de su vida, como si hubiera nacido para continuar los sueños misioneros de Don Bosco. Sólo la dejaba para pasar unos días con su hermana Esther en la ciudad de Villa Mercedes, en la provincia de San Luis.

San Julián (1971-1976; 1995-1998 como Director y 1999-2000 como Encargado) y la Diócesis de Río Gallegos fueron las etapas más densas en la vida del P. Zabala: en San Julián fue el párroco de la ciudad, el director del colegio, el amigo de todos, el sacerdote, el padre providente de cualquier persona que le tendiera una mano y el amigo siempre presente para quien se sintiera impotente ante los engorrosos trámites que exigía la burocracia (jubilaciones y pensiones).

Fueron seis años que nunca olvidaría y que volverían a su memoria en los momentos de dificultad. Si había algo que lo distinguiría era su disponibilidad a ayudar al necesitado. Pocos saben que, al estallar el golpe militar que se encumbró en el país el 24 de marzo de 1976, Ismael se jugó por salvar la vida de algunas personas: tres influyentes personajes de izquierda estaban amenazados de muerte y estaba todo preparado para ejecutar el cometido en la ruta. El P. Zabala se encargó de irlos a buscar y personalmente en su camioneta los alejó del lugar.

En Río Gallegos fue destinado a la Casa Nuestra Señora de Luján, más conocida como “El Salesiano”. Allí se desempeñó como ecónomo de 1977 a 1978. A continuación, viene otra etapa intensa de vida pastoral para Ismael entre los jóvenes y el pueblo.

La acción dinámica que el P. Ismael iba desarrollando en el sur patagónico movió a Mons.Miguel Alemán, obispo salesiano de Río Gallegos, a pedirle al Padre Inspector que permitiera que el P. Zabala pudiera trabajar por unos años al servicio de la diócesis, como responsable de la pastoral juvenil diocesana. Se convirtió en poco tiempo en uno de los más cercanos colaboradores del obispo salesiano en la diócesis.

En 1982 la República Argentina se declara en guerra con Inglaterra y las operaciones se desarrollan muy cerca de la ciudad. El P. Ismael sufre con los soldados la lejanía de sus familias en medio del conflicto y se dedica a acompañarlos en los días previos a entrar en combate. Convencido de que la guerra no es ninguna solución, promueve un encuentro interdiocesano de jóvenes argentinos y chilenos en la frontera para pedir la paz.

En 1985, como encargado de la pastoral juvenil de la diócesis, forma parte de la comisión argentina organizadora del Encuentro Nacional de Jóvenes, desarrollado en la ciudad de Córdoba.

El obispo lo nombra también asesor diocesano de los Cursillos de Cristiandad, apostolado que venía desempeñando ya desde 1976, y los continúa promoviendo con gran dinamismo. Asimismo, le solicita ser el Asesor Diocesano de la Unión de Padres de Familia y catequista del Regimiento Militar de Río Gallegos. El servicio de la pastoral juvenil se extiende hasta 1988. Asume, también, con un grupo de jóvenes de la ciudad un programa radial, que le merecerá el premio “San Rafael” por su aporte a la provincia.

En 1989 es destinado a la ciudad de Ushuaia, como director de la Casa Salesiana, al tiempo que asume como párroco de Nuestra Señora de la Merced, encargado de la pastoral del colegio, delegado para los Salesianos Cooperadores de la ciudad, asesor de la Unión Padres de Familia y capellán del batallón de los Exploradores de Don Bosco.

Como párroco, consciente de que el pueblo cristiano necesita tener acceso más cercano a la literatura católica y, ante la ausencia de librerías que ofrecieran esos servicios al pueblo, funda la Librería Pastoral y dio un vuelco amplio de integración y difusión en la ciudad con la “Expo-Bosco”. Su celo pastoral quedó plasmado allí también en la difusión de los Cursillos de Cristiandad, tanto en la ciudad como en la diócesis. Ese mismo celo lo impulsó a organizar y promover en tan poco tiempo tres misiones parroquiales. Su acción pastoral se extendió a la fundación de capillas y centros comunitarios de fe; testifican su tarea los centros San Cayetano y San José Obrero. Su presencia pastoral fue requerida en la Gendarmería; y allí estuvo Ismael sin faltar nunca. Fueron otros seis años de actividad inclaudicable, sin pausa y sin descanso, años en que la ciudad crecía desmesuradamente.

En 1995 se concluyeron los 6 años que permiten las Constituciones Salesianas y el P. Ismael aceptó regresar como párroco a San Julián. El colegio se había cerrado el año anterior, de manera que el trabajo tendría que ser más simple. Pero la población había cambiado y la tarea religiosa se había tornado más ardua. Sin embargo, él ni pensó en bajar los brazos y siguió en la brecha. Continuó brindándose en la difusión de los “Cursillos de Cristiandad”, llegando a representarlos a nivel nacional.

En 2000, los salesianos entregan a la diócesis la parroquia y escuela de San Julián y el P. Ismael regresa a Río Gallegos, como párroco de San Juan Bosco, al tiempo que el obispo lo pide como Secretario Canciller de la diócesis.

Estando en Río Gallegos recibe una invitación de viajar a la Antártida con la Aeronáutica Argentina que desea entronizar una imagen de la Virgen de Loreto en la base Marambio y hacer rezar una misa. Dejará escrito: “No fue un pedido de favor; sino un regalo que recibí”. En Río Gallegos permanecerá hasta el año 2006.

 

Deja la “amada Patagonia”

Ese año, con la salud algo resentida, con dificultades para caminar y trasladarse, es enviado a la ciudad de Ushuaia como vicario parroquial. Estando en esta ciudad, le llega la comunicación de que el Consejo Superior de la Educación Católica (Consudec) le otorga el premio Divino Maestro con que se distingue a los educadores que han entregado su vida al servicio de la educación en el país. El premio se le entrega en Buenos Aires, el 26 de septiembre de 2009. Era un reconocimiento nacional a su incansable labor en la enseñanza y al frente de escuelas.

Pero la salud del Padre Ismael no le daba tregua. Su corazón se fue resintiendo con el pasar de los días, y tuvo que ser derivado a la Casa de Salud Artémides Zatti, del barrio porteño de Almagro, donde había estado unos meses antes para un tratamiento médico. Fueron días de gran dolor y lucha interior… debía dejar su “amada Patagonia” y era consciente de que ese viaje no tendría retorno. En la Casa Zatti se pasó la mayor parte del tiempo en cama, pues el corazón no le daba fuerzas para otra cosa. A pesar de sus reiteradas preguntas que asemejaban súplicas “¿Ya puedo regresar a Ushuaia?” o “¿Cuándo nos vamos?”. El P. Ismael no abandonó la Casa sino para ser llevado de urgencia a la clínica San Camilo. En una de las ocasiones en que estuvo varias semanas internado, su hermana Esther se pasó las 24 horas del día a su lado. ¡Verdaderamente se querían! Asimismo, algunos exalumnos que lo recordaban de su paso por San Antonio hacía 50 años.

 

Testimonio del P. Luis Timossi desde Quito

Para mí, el P. Ismael es una muy rica figura de salesiano que quedó marcada en mi conciencia de niño, cuando él fue nuestro maestro de primer grado en Bernal, allá donde hoy funcionan las aulas parroquiales del Santuario de Nuestra Señora de la Guardia. En aquella época estaba la gran fosa abierta y solo las enormes columnas levantadas. Recuerdo que un día nos llevó a todo el curso y nos hizo abrazar las columnas en grupos de 7 u 8 chiquitos, a los que nos parecía estar abrazando una mole inmensa.

No sé por qué la presencia de este hombre, si bien luego no nos volvimos a encontrar con frecuencia, quedó tan afectivamente ligada a mí ideal de vida. Fue como un regalo de Dios que iluminó el surgimiento de mi vocación salesiana sacerdotal. Él siempre se ufanaba con orgullo, y lo repetía hasta el cansancio, que de ese primer grado habían salido tres vocaciones. Y esto, al recordarlo ahora agradecido, me da pie para pensar que sabía “hacerse querer”, que lograba trasmitirnos un cariño cálido y alegre que te hacía sentir bien. Con espíritu de creatividad y mucho dinamismo, nos estimulaba siempre para ayudarnos a crecer. Era un volcán de energía que a su lado no te podías quedar quieto. Pero no era sólo trabajo o actividad sino “vida”, lo que irradiaba y te contagiaba. Sí, junto a él aprendí no solo el abecedario, los palotes y las primeras cuentas, sino a que la vida tiene sentido cuando se la vive con entusiasmo, con generosidad, con optimismo. Nunca olvidaré su sonrisa contagiosa, casi pícara, llena de vitalidad y aliento, como si te dijera con ella: “ánimo, la vida es linda, vale la pena asomarse a ella para vivirla con alegría”.

El P. Ismael es una de esas personas que Dios puso en mi vida, en mi historia, y que puedo decir que “me constituyen”. Yo soy un poco algo de eso que él era y que me trasmitió…

Gracias P. Ismael Zabala. Ruego por vos. Ruega por mí.

Luis Timossi, Tu exalumno querido de primer grado

 

Testimonio de Mons. Miguel D’Annibale, obispo de Río Gallegos

Cuando en el año 2011 llegué a la Diócesis de Río Gallegos como Obispo Auxiliar, visité la ciudad de Ushuaia y al llegar a la parroquia Nuestra Señora de la Merced conocí al P. Ismael Zabala.

Me recibió con una alegría desbordante y enseguida me manifestó su total disponibilidad para lo que yo necesitara.

En el P. Ismael yo pude reconocer a un salesiano de pura cepa, que enseguida me transportó en la memoria a mis años de escuela secundaria vividos en Juan Segundo Fernández de San Isidro y a los vínculos que allí establecí con tantos sacerdotes salesianos.

Me impactó su humor y el modo como se tomaba la vida. En las mesas compartidas en la casa salesiana de Ushuaia no faltaban sus chistes y sus cuentos.

Apasionado por el Movimiento de Cursillos de Cristiandad me pedía que no dejara de animar esta presencia en Tierra del Fuego. Los laicos comprometidos con el Movimiento lo recuerdan con mucho cariño, especialmente por sus enseñanzas y su dedicación.

El P. Ismael es muy recordado en Río Gallegos, tanto en la Casa Salesiana como en el Obispado por las tareas que desarrolló, en Puerto San Julián, donde tuvo la difícil tarea del cierre de la presencia salesiana allí; en Puerto Santa Cruz, donde iba con dedicación para atender espiritualmente a las hermanas salesianas del Colegio María Auxiliadora.

Destaco en el P. Ismael su trabajo con los jóvenes, especialmente en los encuentros por la paz que organizaba con jóvenes argentinos de Río Gallegos y jóvenes chilenos de Punta Arenas en el límite entre ambos países, en Monte Aymond, entre 1977 y 1978, años en que el conflicto por el Canal de Beagle tenía en vilo a los dos países. Cuando hace dos años inauguramos en ese lugar limítrofe, junto al obispo de Punta Arenas, Mons. Bernardo Bastres sdb, el Monumento por la Paz, la mayoría de los presentes recordaba hasta el lugar preciso donde los jóvenes de ambos países se reunían en grupos para compartir diversos temas en medio del fuerte viento, del sol intenso y del frío del lugar.

Fue para mí, el Padre, un hombre de consejo y varias veces celebré con él el sacramento de la reconciliación, experimentando la paz que deja un ministro de la misericordia como lo fue hasta los últimos días que estuvo en Ushuaia.

 

El P. Ismael Zabala muere en Buenos Aires, el 26 de diciembre de 2015, a los 85 años de edad, 65 años de profesión religiosa y 56 de sacerdote.

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