Hno. Antonio Villegas, “ejemplo de solidaridad cívica, trascedente en sus valores morales”

Antonio nació el 4 de mayo de 1927 en San Rafael, Mendoza. Hijo de José y Francisca García, comerciantes. Bautizado en San Rafael en 1928 y confirmado allí mismo por el Siervo de Dios Mons. Américo Orzali. Con él, eran 13 hermanos, 6 varones y 7 mujeres. Su familia se instaló en Buenos Aires y él ingresó en el Colegio San Francisco de Sales, de Almagro, en marzo de 1940 y ese mismo año, pasó al aspirantado de Bernal, con 13 años. Hizo el noviciado en Morón, en 1946, profesando como salesiano el 31 d enero de 1947. Su formación transcurrió como postnovicio en Juan Segundo Fernández y Del Valle, donde se perfeccionó en artes y oficios. Luego como tirocinante en Morón y Pirán. En 1951, pasa a trabajar a la Casa de Uribelarrea, donde permaneció hasta 1969. En Santa Rosa estuvo en 1970 como ecónomo local; en Campodónico en 1971 y en Del Valle, de 1973 a 1993, como consejero del Colegio y miembro del Consejo local. Entre febrero de 1994 a junio de 1997 estuvo en Bernal. En enero de 1997 va a Colonia 25 de Mayo, en La Pampa, donde permanece hasta el 2013, en que es trasladado a Casa Zatti de Buenos Aires, para cuidar su salud, debido a su avanzada edad y porque había enfermado de cáncer. Allí muere el 7 de mayo del 2016, a 89 años de edad.

Era profesor salesiano de Ciencias Agrarias y técnico Ganadero. En 1975, se especializó en Guatemala. Tenía 89 años de edad y 69 de profesión religiosa.

 

Trabajador incansable

La figura de Antonio quedó ligada esencialmente a Del Valle y las Escuelas Agrícolas. Ya decía el P. José María Barbano: “lo recuerdo con afecto y admiración por su espíritu de trabajo. Merece ser recordado como uno de los admirables animadores de la “Chacarera”, en las Escuelas Agrícolas y en el desierto de 25 de Mayo, en La Pampa”.

Esto es precisamente lo que reconoce el P. Inspector, Emilio Hernando, cuando le escribe, en noviembre de 1969: “Muchas veces se habló de dar un respiro a los Hermanos Coadjutores de las Escuelas Agrotécnica, para que puedan tener un tiempo de mayor espiritualidad y si es posible trabajo no tan exclusivamente material, si bien, es cierto que cumplen un rol de educadores, en la Escuela. Creo que te ha llegado el momento”. Así, el Padre Inspector le propone que elija una de las Casas en que la que se sienta más cómodo, para hacer un año o más de experiencia fuera de la Escuela Agrícola. Así fue, como el hermano Antonio, después de pasar casi 20 años en Uribelarrea, fue un año a Santa Rosa y luego a Campodónico.

Es invitado por el Padre Inspector, a participar en el Curso de Salesianos mayores de 70 años, que se realizó en Montevideo, Uruguay, del 7 al 13 de noviembre de 1999. Dirigido por el P. Juan Algorta. Antonio se encontraba en Colonia 25 de Mayo.

Estando en 25 de Mayo, fue operado en La Plata, de un cáncer que lo aquejaba dese hacía tiempo. La intervención fue satisfactoria, como él mismo cuenta al P. Carpano en una carta. Dice así mismo, que se siente cada día mejor, que puede dormir más cómodamente y leer más, que no se cansa al hablar y caminar, que el apetito también va mejorando. Sólo debe cuidarse del frío, evitar hacer esfuerzos y dejar la sal “por 140 años”. A continuación, manda saludos a los cursillistas y amigos de la Colonia, a quienes recuerda nominalmente.

 

Premios recibidos

El 26 de agosto del 2004, “día nacional de la Solidaridad”, fue propuesto por toda la comunidad de la Colonia de 25 de Mayo, para el premio otorgado por la Municipalidad. En el certificado recibido consta: “fue propuesto por la comunidad pampeana, como ejemplo de solidaridad cívica, trascedente en sus valores morales, por acciones e merecida distinción”. El certificado recuerda además las palabras de la Madre Teresa de Calcuta: “El amor no puede permanecer en sí mismo. No tendría sentido. El amor tiene que ponerse en acción. Esa actividad, nos llevará al Servicio”. Es interesante constatar, que la gente de la colonia vio esos valores en Antonio Villegas, reconociendo su aporte al pueblo.

También recibió el premio Divino Maestro otorgado por el Consejo Superior e Educación Católica, el 9 de agosto del 2013. Entre los rasgos y valores personales, en que se funda la premiación, se lee que “El hermano Antonio Villega fue maestro en el aula, técnico valioso en el trabajo del campo y modelo de vida. Fue siempre educador. Su presencia fue constante entre los alumnos, en el patio, en los estudio y en los sectores de agricultura y ganadería, siempre empeñado en enseñar, con responsabilidad, exigencia y sacrificio. Llama la atención, por su humildad y sencillez, no sólo en su actitud personal, sino también en su espíritu de iniciativa, para ayudar a todos especialmente en las cosas simples y pequeñas y ésta fue la característica de toda su vida”.

Siempre fue encontrado fiel en la observancia religiosa, piadoso humilde y gran trabajador, sacrificado.

 

Restimonio del P. Carlos Pomar

En dos momentos de su vida compartí algo de él. En el año 1993, en la EAS de Del Valle. Él estuvo por muchos años encargado de la sección porcinos; en clases teóricas de Catequesis en le secundario y en otra materia sobre pasturas.

Práctico, de muchísimo trabajo duro y constante; muy preparado intelectualmente, siempre estaba con la última tecnología que no la podía aplicar en su sección por falta de recursos económicos.

Exigente con los alumnos. Era una fiesta cuando se carneaba porque los alumnos se tenían que levantar más temprano que el resto, estaban todo el día en la sección, comiendo un asadito y pudiendo tomar algo de alcohol. El P. Mattis, que era el tradicional e histórico “Rector”, se ponía muy nervioso ese día, porque ese grupo de alumnos aprovechaba para desbandarse un poco, según las estrictas pautas de convivencia de esa época. A ese día lo llamaba “el show”.

Con toda la comunidad salesiana era muy observante en los momentos comunitarios de oración, muy temprano, antes que se levantaran los internos. Él siempre presente, agregando el rezo personal del santo Rosario.

A fin de ese mismo año, nos tocó el cambio de obediencias, a él le costó también mucho por estar hace tantos años en esa bella experiencia educativa, trasladándose a La Pampa, a la Colonia 25 de Mayo.

Allí nos volvimos a encontrar, en 2013, donde se operativizó la entrega de esa obra a la diócesis, al finalizar el convenio de 25 años de ser animada por los salesianos.

Allí compartió toda otra dimensión de su corazón de educador y pastor. Animaba la Legión de María; visitaba a los enfermos tanto en el Hospital como en los domicilios; hacía una huerta en el predio de la Parroquia; hacía vino que generosamente compartía en la Inspectoría. Fue duro para él acompañar la última etapa de su compañero de aventuras, el P. Damián Carpano, y al fallecer primero intentar vivir en Victorica. Pero por problemas de salud, nunca pudo ir a vivir allí y entonces trasladarse a Bernal, su casa de origen, donde aún vivía su hermana Pancha y sus sobrinos.

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