“Zatti reescribió en la Patagonia una parte del Evangelio: el Buen Samaritano”

Papa Francisco recibie a los salesianos

(ANS) El papa Francisco participó esta mañana de una audiencia con los más de tres mil miembros de la Familia Salesiana que se dieron cita en el Vaticano a la espera de la canonización de Artémides Zatti que se realizará mañana a partir de las 5:00 (hora argentina).

Durante el encuentro que duró unos cuarenta minutos aproximadamente Francisco trazó un perfil detallado y con referencias personales sobre el próximo santo salesiano. Adelantándose algunos minutos al horario previsto el Papa ingresó al aula Pablo VI luego de concluida la eucaristía que presidió el Rector Mayor de los Salesianos, Ángel Fernández.

Allí fue recibido con gran entusiasmo por todos los presentes y luego de saludar amablemente al padre Ángel ofreció a los fieles un perfil certero de Zatti centrándose en cuatro aspectos: como inmigrante, pariente de todos los pobres, salesiano coadjutor e intercesor por las vocaciones.

Cuatro aspectos para describir a Zatti

Posteriormente, el Pontífice inició su exposición partiendo de la figura de Zatti como inmigrante. Para comenzar explicó que en el contexto de las migraciones del siglo XIX muchas personas perdieron sus raíces y con ello su fe. Sin embargo los Zatti se mantuvieron fieles. “La participación en la vida de la comunidad cristiana, las relaciones cordiales con los sacerdotes, la oración común en casa, la frecuencia de los sacramentos no decayó. Artémides creció en un excelente ambiente cristiano”, señaló Francisco. Y enseguida explicó que por ese ambiente en el que vivió luego de conocer a los salesianos en Bahía Blanca, Zatti tomó la decisión de hacerse uno de ellos.

A continuación el Papa se valió de una de las frases que caracteriza a Zatti: “pariente de todos los pobres”, y a partir de ella recordó su celo incansable por todos los enfermos, fruto de la promesa hecha en su juventud después de ser curado milagrosamente de la tuberculosis. “En ese trozo de tierra patagónica, donde fluye la vida de nuestro beato se reescribió una página del Evangelio: el Buen Samaritano encontró en él, corazón, manos y pasión, sobre todo por los pequeños, los pobres, los pecadores”. Y prosiguió: “Así, un hospital se ha convertido en el ‘El Hostal del Padre’, signo de una Iglesia que quiere ser rica en dones de humanidad y de gracia, demostración concreta del mandamiento del amor a Dios y al hermano, lugar de salud como prenda de salvación”.

Francisco también explicó que su unidad con Dios le permitió actuar como lo hizo por los necesitados: “El intenso trabajo y la incansable disponibilidad a las necesidades de los pobres estaban animados por una profunda unión con el Señor: la oración constante, la adoración eucarística prolongada, la oración del rosario. Artémides es un hombre de comunión, que sabe trabajar con los demás: monjas, médicos, enfermeros; y con su ejemplo y sus consejos forma a las personas, moldea las conciencias, convierte los corazones”.

El tercer aspecto destacado por el papa fue la figura de Zatti como coadjutor. Para hacerlo citó las palabras del propio Artémides que dan origen al lema de su canonización “Creí, Prometí, Sané”. Para el nuevo santo estas palabras expresaban un programa de vida, que, una vez recuperada, “ya no es de su propiedad, sino enteramente para los pobres”. Y vivió esta misión en comunión con sus hermanos salesianos: “Él es el primero en estar presente en los momentos comunitarios; con su alegría y simpatía animaba la fraternidad”.

Antes de concluir Francisco, recordó que cuando era Superior provincial de los jesuitas en Argentina impulsó las novenas y oraciones a Zatti, para conseguir por su intercesión nuevas vocaciones de hermanos consagrados, que enseguida llegaron en gran número.

En este sentido el Papa reafirmó el valor testimonial y operativo de la consagración de hermanos, vocación elegida con plena conciencia y vivida en plenitud por el futuro santo. “Los hermanos tienen un carisma especial que se nutre en la oración y el trabajo. Y son buenos para todo el cuerpo de la Congregación. Son personas de piedad, alegres y trabajadores. No tienen ‘complejos de inferioridad’ por el hecho de no ser sacerdotes y no aspiran a ser diáconos. Son conscientes de su vocación y la quieren así”, afirmó con claridad el Papa, antes de dar a todos la bendición apostólica y dejar el aula Pablo VI acompañado del gozoso saludo de todos los fieles.

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