Por Gastón (Chicho) Castro
Lo que me llevó a hacer esta experiencia fue el volver a reconectar con Dios, con el movimiento y conmigo mismo, tuve la suerte de haber conocido el Movimiento Exploradoril donde participe durante 13 años de mi vida, donde conocemos el servicio de entregar sin esperar nada a cambio, y un verano se me dio por participar de una de las experiencia de verano de voluntariado, donde conocí el dar el servicio de otra manera, Fue un proceso de casi 3 años haciendo dichas experiencias, hasta que una persona me pregunto, ¿Y por que no haces la experiencia de un año? sin pensarlo mucho dije que sí, ya que sabía que me lo estaba preguntando Él, y como siempre digo “Dios te va a poner en el lugar que tenes que estar”. Y desde marzo estoy viviendo esta nueva etapa de mi vida, donde aprendí muchas cosas nuevas.
Valoro el sentido de pertenencia, el apoyo mutuo y la posibilidad de crecer junto a otros. En la comunidad uno aprende que no está solo, que siempre hay alguien dispuesto a escuchar, acompañar y celebrar los logros, como también a sostener en los momentos difíciles. Además, me parece muy importante la diversidad de personas, porque cada uno aporta algo distinto y eso enriquece a todos.
Siento que puedo aportar la capacidad de colaborar, de trabajar en equipo, de escuchar a los demás y sobre todo presentarle el Dios de los jóvenes a través de valores como la solidaridad, el respeto y el compromiso, y eso me motiva a involucrarme y a compartir lo que sé. También aprendí que lo pequeño que uno hace puede tener un impacto grande en los demás, así que intento siempre aportar con disposición y alegría.
En todo momento, en cada persona y en cada acción lo siento a Él presente. Como dije, Dios nos pone en situaciones donde tenemos que cerrar los ojos y confiar plenamente. En esos momentos descubro que no estoy solo, que Él me sostiene y me invita a crecer. Su presencia me da paz, fuerza para seguir adelante y la certeza de que todo tiene un sentido, incluso lo que a veces no entiendo.
En esta experiencia descubrí mucho de mí mismo que antes no veía. Aprendí que tengo la capacidad de adaptarme y de salir adelante incluso en situaciones nuevas o difíciles. Y que cuando me abro a los demás y confío, puedo crecer junto a ellos. Descubrí que encuentro alegría en servir, que la paciencia y la escucha son dones que puedo poner al servicio de otros, y que cada encuentro me ayuda a valorar más mi historia y a reconocer el paso de Dios en mi vida.
Y solamente me toca agradecer a mi hermana y a mis hermanos ya que ellos me enseñaron todo este hermoso movimiento y es donde más presente tengo a Dios.
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