¡Que esta primavera siga enseñando a florecer en común-unidad!

Hay aprendizajes que nacen fuera del aula cuando uno se anima a salir al patio grande de la vida. Allí se encuentran otras realidades que no suelen ser cotidianas y regalan aprendizajes que ningún libro puede enseñar.

En esta jornada de primavera, los y las estudiantes de 4to año del colegio Sagrado Corazón de Jesús, de La Plata, se abrieron al encuentro con dos centros de día que acompañan a personas con discapacidad: jugaron, cantaron, conversaron, bailaron, se abrazaron y descubrieron que la discapacidad no define a nadie y que lo esencial está en la alegría, la empatía y la capacidad de recibir al otro tal como es.

La primavera floreció en gestos simples y en esas escenas comprendieron que la inclusión no es un proyecto sino un modo de vivir, que lo verdaderamente humano se enciende cuando dejamos de lado etiquetas para reconocernos como iguales en dignidad y diversos en espíritu.

Hacer de la primavera un festejo compartido —abierto a todas las personas, sin importar sus diferencias— rompe con la lógica de la exclusión y de los prejuicios. La ternura, los gestos simples, el abrazo, el juego, pueden ser más revolucionarios que mil discursos. Es afirmar esperanza, sembrar futuro, creer que otro mundo es posible.

¡Que esta primavera siga enseñando a florecer en común-unidad!

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