Hace pocos días, la Junta de Inspectores de la Argentina designó al P. Matías Amed como Capellán Nacional de los Exploradores Argentinos de Don Bosco.
El P. Matías es salesiano de la Inspectoría de Argentina Sur. Oriundo del Batallón 21 “General Juan Martín de Pueyrredón”, de Mar del Plata, forma parte de la comunidad salesiana de Bernal, donde es capellán del Batallón 6 “José Manuel Estrada”, y es capellán regional de la Región La Plata.
A pocos días de ponerse al frente de esta capellanía para acompañar a batallones del país, el P. Matías conversó con donboscosur.
¿Qué recuerdo tenés de tu paso por el Batallón 21?
¡Qué linda pregunta y cuánto se mueve en el corazón! Entré al Bata en 1992, después de haber visto una propaganda de televisión en Canal 8 de Mar del Plata. Además, mi mamá me había contado que mi hermano había ido al Bata. A partir de ese momento, cada experiencia fue y es única e inolvidable: desde el grupo de amigos que nos conocimos en ese momento y que se mantiene hasta hoy, la experiencia de ser escuchado, la de ser acompañado, las distintas vivencias de las actividades que fueron forjándome como persona.
Dos momentos claves para resaltar…
Primero, la experiencia del agua. No quiero “spoilear”, spolo cuento que es una experiencia que nos invita a ir reflexionando recorriendo las distintas características del agua. Algo que me quedó marcado de esa experiencia fue el agua que limpia. Al principio tenemos que embarrarnos la cara y las manos y se nos invita a reflexionar sobre las cosas que no hacemos bien; luego nos invitan a reconciliarnos con nosotros mismos, con los demás y con Dios.
El segundo momento fue el AGRES que la realice en el Batallón 6, de la Casa de Bernal. La actividad que me sorprendió y me marcó fue el tener que romper una imagen de Jesús e irla reconstruyendo a lo largo del encuentro para reencontrarme con Él, mi amigo Jesús.
¿Qué significó ser Explorador para tu vida? ¿Cómo influyó la vida exploradoril en tu vocación consagrada?
Hoy, haciendo una relectura, ser Explorador significa la experiencia de grupo, de apertura, de sostenimiento, de comunidad, de amistad. Ser explorador me ayudó a descubrirme como persona, poder pensarme y repensarme. Significó poder empezar a conocer a Don Bosco y seguir conociendo a Jesús. También implicó conocer a algunas personas que entregaban su vida al servicio de los jóvenes que me empezaron a llamar la atención. Igualmente, tengo que contar algo: por tres años, 1999, 2000 y 2001, dejé el Bata 21 porque no quería animar. En seguida conocí un grupo de jóvenes que ayudaban en un comedor en los barrios de Mar del Plata. Esta experiencia fue para mí, llevar lo vivido y lo aprendido en el bata al comedor. Pero este grupo luego se disolvió. En 2002 volví al bata y me reencontré con un ambiente que extrañaba. Sentía que quería entregar algo más de mi vida, que quería conocer y ser como Don Bosco, que quería llevar a Jesús a otros pibes y a otras pibas. Entonces, compartí mis búsquedas a un amigo que me ayudó y me incentivó a hablar con uno de los salesianos. Así empezó mi camino vocacional.
¿Cómo ves que están hoy los Exploradores en las distintas partes del país?
El Movimiento Exploradoril va creciendo y ha dado pasos grandes de reflexión y de actualización para acercarse más y mejor a cada joven y en cada parte donde está cada bata. Hay diversidad, no lo voy a negar: no es lo mismo un bata de una región que el de otra, las edades, las realidades sociales y económicas. Creo que también las estructuras que hay en el movimiento han ayudado a sostener los batas y a continuar las actividades, sobre todo, en el tan difícil 2020, a causa del encierro por la pandemia del Covid-19.
¿Cuáles son los principales desafíos que tiene el Movimiento Exploradoril para el próximo trienio?
Creo que uno de los desafíos es la fe y el acompañamiento en la fe, en la relación con Dios, con la comunidad, con lo sacramental y con lo eclesial. Otro desafío es, ante los nuevos planteos sociales y realidades juveniles, cómo nos vamos parando y qué respuesta vamos dando como movimiento para acompañar más y mejor a cada joven que entra en cada uno de los batas. De aquí se desprende otro desafío que es lo formativo, sin quitar importancia a lo comunitario.
¿Qué dejan los Exploradores de Don Bosco en la vida de la juventud de hoy?
Creo que los Exploradores dejan una experiencia de servicio, de comunidad, de apertura a los otros, de compromiso y de formación. Los Exploradores dejan una experiencia de encuentro con Dios.
Coincido con Mati, ingrese al 21 a los diez años, hoy a los 70 perteneciendo al Movimiento Nacional de Exploradores Veteranos sigo colaborando en lo que puedo porque la Casa de Don Bosco es mi segundo hogar, Mi promesa fue para toda la vida.