Luego de varios intentos de activar el centro mallinista de manera presencial, que se vieron frustrados por retroceder en las fases o recibir impedimentos, los asesores del centro decimos arrancar con todas las comunidades planteando un posible programa a cumplir.
Mediante zoom estuvimos presente en la etapa más dura y de más incertidumbre de la cuarentena, aunque fue muy lindo y se lograba acompañar, con el paso del tiempo los jóvenes empiezan a padecer la tecnología y nosotros también, luego de pasar por ese momento, tuvimos que priorizar comunidades, y optamos por acompañar a la comunidad más grande, dado que en su mayoría son animadores y también estaban perdiendo su último año de escuela con lo que eso implica, con ellos pudimos mantener varios encuentros presenciales. Ahora logramos abarcar todas las comunidades, la más pequeña comienza en segundo año de secundario, y la más grande termina en el último año de secundaria.
Tuvimos la posibilidad de contar con animadores, comoen mi caso, que con la pandemia nos encontrábamos en nuestras casas, eso es de mucha ayuda ya que somos más adultos. Sin dudas que cuesta mucho más planificar, porque cada chico hace una vivencia muy particular del contexto que atravesamos. Tratamos de tener temas a abordar, pero como horizonte, abriendo la posibilidad de que en las reuniones puedan salir esas cosas que tienen, por lo general hay una tendencia muy grande en cuanto a la convivencia y es un desafío también no hacer una “reunión de quejas”. En lo posible organizamos los encuentros para que tengan un espacio de decir las cosas que molestan y el cierre siempre más positivo, con una mirada desde la fe, o de nuevas oportunidades. Los juegos creemos que son claves y así nos han demostrado los chicos, hay una necesidad enorme de jugar y en todas las edades. No obstante, para evitar los contactos debemos ser más ingeniosos, pero de ningún modo nos vamos de un encuentro sin jugar. La necesidad de despejar también involucra una gran dificultad a la hora de hacer una actividad, que la tomen con profundidad o se pregunten de verdad las cosas que en la semana planeamos para ellos. Hemos aplicado una cierta estrategia de ir graduando las actividades, en donde las de más sentido y más tranquilidad, están mas cerca del final, y entre medio con música, alguna actividad de dibujar e ir creando ese clima, que de no ser así no se lograría. Cambiaron la manera, los modos, hoy estamos muy atentos a la desinfección del lugar, del uso del tapabocas, de no permitir el contacto, es cansador para todos, pero no podemos resignar nada de eso.
Particularmente me emociona muchísimo ver a los chicos respondiendo, a los animadores que dedican tanto tiempo y con tanto compromiso, siento que me volví a enamorar del proyecto desde otro lugar más de adulto y siempre busco y deseo que chicos vean en los objetos que representan a Mallín, (el aguayo, las velas y la biblia) el Dios en el que creemos, que es cercano, que nos acompaña, que nos acepta como estamos, que está en nuestra búsqueda constantemente y nos invita a una vida compartida.
Norman Flynn, Centro mallinista de General Pico, La Pampa
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