El hermano coadjutor Ignacio nació el 1 de febrero de 1920 en Lanús, provincia de Buenos Aires. Sus padres fueron Estanislao e Irene Piotrowska, ambos de nacionalidad polaca. Fue bautizado el 13 de mayo en la Parroquia San Lucía, de Buenos Aires, y confirmado en Avellaneda.
Era mecánico ferroviario, como su padre, siempre al servicio técnico, con el certificado de técnico electromecánico otorgado por la Escuela Industrial de la Nación de La Plata, en 1940.
De familia sumamente arraigada en la fe, frecuentó el Oratorio Centenario de Don Bosco de Avellaneda. A los 33 años sintió el deseo de consagrar su vida al Señor y en 1953 ingresa al aspirantado en Del Valle (desde noviembre de 1953 hasta el 10 de enero de 1955). De allí, pasa al Noviciado de Morón, realizando su primera profesión el 31 de enero de 1956. Consagra para siempre su vida a Dios el 27 de enero de 1956 en Bernal.
Apostolado y trabajo salesiano
Su primera obediencia para el trienio práctico fue en la Escuela Agrotécnica de Del Valle, hasta 1959. De allí pasó a General Pirán por dos años. Por otros dos años va a Campodónico. Luego, por diversos bienios, sus obediencias irán alternando entre Campodónico, Del Valle y Uribelarrea.
Desde el 1971 hasta el 1980 estará en la Casa Salesiana de General Acha. Luego, va a trabajar a General Pirán hasta 1995. Desde allí pasa a San Miguel en La Plata y luego a Bernal en el 2003. Finalmente se interna en la Enfermería Don Zatti, en Buenos Aires.
Toda una vida al servicio de las Casas Salesianas de la Inspectoría, con el trabajo ejemplar y atento a las necesidades del mantenimiento de cada Casa por las que pasó. Siempre con su bolsito de herramientas siguió trabajando con el entusiasmo del primer día. Pero su salud, se iba resintiendo. Periódicamente debía ser traslado a la Casa de Don Zatti, a la que venía también con sus herramientas y su bolsito, por si lo necesitaban.
Una profunda impronta religiosa y una inmensa capacidad de trabajo.
Vocación y deseo de perfección
El 18 de mayo de 1954, el Hno. Ignacio le escribe al P. Miguel Raspanti, inspector en ese entonces, diciéndole que “después de 6 meses de permanencia en Del Valle, en nada ha cambiado mi decisión de seguir adelante hasta alcanzar la meta de ser coadjutor salesiano. Aunque un poco tarde, he sentido el llamado de Dios y quiero ofrendarle mi vida en su servicio. En este transcurso de tiempo, he podido observar de cerca y vivir la vida salesiana. He conocido la amargura de las contrariedades y la alegría del consuelo de la oración. Estoy en un todo de acuerdo y solicito me acepte como aspirante.
Por ese motivo, solicita al P. Mateo Ruiz, director de la Comunidad, que acepte la petición para ir al noviciado. Le dice, en esa ocasión: “Luego de haber meditado y pedido a la Santísima Virgen me iluminen, creo poder desempeñarme como hermano coadjutor. He conocido la vida salesiana y los medios que Don Bosco da a sus salesianos para alcanzar la perfección cristiana.
El 27 de diciembre del 1954, el P. Ruiz anota al dorso este testimonio, dando fe de su preparación para ir al noviciado: “Después de haber pasado un año y meses entre nosotros, ha mostrado tener muy buen espíritu y ser una persona apta, esperando que será un miembro que, con su piedad y espíritu de sacrificio, ha de honrar a nuestra Congregación.
Formación permanente
Durante el primer cuatrimestre de 1981 se realizó, en Ramos Mejía, el curso de Formación Permanente (CFP), al que fue invitado el Hno. Ignacio. El objetivo del CFP, como explicaba la convocatoria, quería ser “una Comunidad-Escuela de auténtica y alegre vivencia vocacional salesiana, comprometida en la auténtica búsqueda permanente de crecimiento integral, hacia la madura comprensión y comunión fraterna de vida consagrada y apostólica, según el carisma y el espíritu salesiano.
Al terminar, Ignacio Kosinsky le decía al P. Agustín Radrizzani, Inspector de La Plata, que si bien no lo hubiera dicho al principio, el curso había sido muy bueno y muy necesario en esta época de evolución tan rápida, en que es difícil estar al día en todas las novedades. Fue como una revisión y afirmación de la vocación; fue un momento oportuno para emparchar desgastes y cuándo no, cambiar alguna pieza a nuevo, por obsoleta.
El 19 de julio de 1999, el Secretario Inspectorial, P. Domingo Vaccarini, le comunica que ha sido invitado a hacer CPF para mayores, que organiza el P. Juan Algorta en Uruguay.
Carácter y personalidad
Como hemos visto, el Hno. Kosinsky estuvo muchos años en escuelas agrícolas. También estuvo en La Pampa. En 1974, el Padre Inspector, Argimiro Moure, había pensado destinarlo a General Pico. El motivo, que ya lo había conversado con Ignacio, era acompañar al salesiano, ya grande y muy enfermo, que se encontraba allí. Pero las circunstancias hicieron que no se pudiera realizar este cambio y así, se lo comunica el P. Moure al Hno. Ignacio, dado que el salesiano que debía ser acompañado, rechazaba de plano, tal posibilidad.
Kosinsky fue siempre en la Comunidad un elemento de unión y caridad. Era Inteligente e industrioso. Ignacio tenía un carácter franco y abierto, que a veces le jugó alguna mala pasada, por parte de hermanos que lo consideraron poco obediente y presumido. Sin embargo, quedó probado que no era así, sino que sólo se trató de alguna situación particular, como es normal entre personas.
Siempre, desde los años de su formación, fue considerado como religioso observante y piadoso, hombre de oración y virtud. Cumplía con su trabajo y aportaba las cualidades de su oficio propio de electromecánico. Siempre se lo consideró un religioso decidido en su vocación.
Después de larga enfermedad, falleció en la Casa de Salud Artémides Zatti de Buenos Aires, el 2 de marzo del 2013. Tenía 56 años de profesión y 93 de edad.
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