Juan Francisco Ronconi, “testimonio de pastor siempre abriendo puertas…”

Para hablar del P. Ronconi no hay mejor forma de comenzar que, recordando el saludo que, de su puño y letra, con esa letra pequeña tan característica y con el escudo papal, le envió el Papa Francisco el 24 de julio de 2014, día de San Juan:

Vaticano, 24 de julio de 2014

R.P. Juan Francisco Ronconi, sdb

Buenos Aires

Querido hermano:

               Por medio de estas líneas quiero hacerme cercano a vos el próximo 8 de agosto, dando gracias a Dios por tus cincuenta años de sacerdote. Y gracias a vos por tu testimonio de pastor siempre abriendo puertas, acompañando, dando esperanzas: el Muñiz, la Basílica, “Camino a Nazareth”… Y gracias por esa sonrisa y esa paz con la que recibiste la cruz de tus piernas. Nos hiciste y nos hacés mucho bien a todos. Y me olvidaba: gracias por la Patagonia.

               Cuando ese día estés en el Camarín junto a la Madre agradecele las caricias que te dio en la vida y, de paso, pedile por mí y luego, con tus manos que alentaron a tanta gente, mandame tu bendición. Gracias!!!

               Un abrazo. Fraternalmente.

                                               Francisco

* * *

Juan Francisco o “Pancho”, como lo llamaban todos, nació en Buenos Aires el 3 de marzo de 1937. Ingresó en la Congregación Salesiana el 31 de enero de 1955. Recibió el título de Maestro Normal Nacional en el Instituto Nuestra Señora de la Guardia, de Bernal, donde había hecho su aspirantado y sus estudios filosóficos (1955 – 1958). El 8 de agosto de 1964 recibió la ordenación sacerdotal en Córdoba, de manos del beato Mons. Enrique Angelelli.

Desde 1965, fue maestro asistente y consejero escolar, en el Instituto Industrial Juan Segundo Fernández, de San Isidro, casa de formación para coadjutores salesianos. En 1968 pasó al Instituto Nuestra Señora de los Remedios, en Parque Avellaneda. En 1972 fue párroco de Caleta Olivia. En 1979, párroco, rector y encargado de la pastoral del colegio de Pico Truncado y, en 1983, director de la Casa Salesiana de Río Grande donde también tenía a su cargo la rectoría y la pastoral del secundario. Vuelve luego a Buenos Aires y es párroco y director de la Casa de San Juan Evangelista, de La Boca.

De 1990 a 1995 fue párroco de San Carlos y director de la Comunidad, esto merece, un párrafo aparte. Terminado este servicio, tuvo dos encargos en los que, por diversos motivos, estuvo poco tiempo. En primer lugar, como director del colegio León XIII y al poco tiempo pasó a desempeñarse como Ecónomo Inspectorial de la Inspectoría de Buenos Aires. Debió afrontar en este ámbito la difícil tarea de la venta de los terrenos inspectoriales del campo de deportes de Ramos Mejía y pasó luego como párroco y director de la Obra de Ushuaia.

En 2005 fue director de la comunidad de la Casa Inspectorial y allí quedó por la dolencia de sus piernas, provocada por la diabetes –como recordaba también el Papa, hablando de su “sacrificio”–, en la comunidad de la Casa de Salud Artémides Zatti, hasta el final. En agosto de 2011 recibió la distinción “Divino Maestro” entregada por el CONSUDEC.

Capacidad docente

“Del Padre Ronconi –decía el decreto del CONSUDEC–, por el que se le otorgó el premio “Divino Maestro”, podemos destacar su capacidad docente, no sólo en el aula, sino también, en el patio, en el ambón y en el acompañamiento espiritual de los jóvenes”.

Su palabra es clara, iluminadora y alentadora.  Tiene una mirada franca y esa impaciencia característica del hombre de acción. Se ha percibido a través de los años, en las obras salesianas, tanto en Buenos Aires, como en la Patagonia, su capacidad para dirigir y organizar comunidades educativas, como lo quería Don Bosco para sus jóvenes, a fin de educarlos como buenos cristianos y horados ciudadanos.

Ronconi era maestro Normal Nacional y Profesor Salesiano de Filosofía y Pedagogía. Cuando su actividad sacerdotal se volcó definitivamente al campo de la pastoral parroquial, fue enviado en octubre de 1985 a Roma, a la Pontificia Universidad Salesiana donde terminó el Bachillerato Superior en Pastoral Parroquial.

Una pastoral de marginados

Como lo señalaba el Papa Francisco en su misiva, en 1990, llegó como Párroco y director de la Comunidad a San Carlos, donde tuvo a su cuidado la hermosa Basílica de María Auxiliadora, en Almagro. Fue allí donde comenzó a trabajar en dos iniciativas pastorales absolutamente providenciales, fruto de una intuición pastoral suya, increíblemente providencial, a las que, como hemos visto, se refiere el Papa.  La primera fue el acompañamiento que comenzó a hacer en el Hospital Muñiz de enfermos de HIV. En este campo, tiempo después, habiendo crecido la repercusión de este apostolado, fue nombrado por el cardenal Quarracino, arzobispo de Buenos Aires, delgado personal suyo, en el área de la pastoral de “marginados”. En ese ámbito debió atender a varios sacerdotes y religiosas enfermos. Jamás trascendió el nombre de los interesados.

En 1994 se formó en la Arquidiócesis de Buenos Aires, el llamado “Equipo de Prevención”. Si consideramos sólo ese año y el 1995, se realizaron cuatro encuentros. El equipo estaba compuesto por 30 personas, representantes de los principales colegios de cada vicaría. El objetivo era concientizar y actualizar la información sobre el SIDA, e invitar a formar más equipos en todos los colegios y otros lugares. En cada encuentro exponía un médico del Hospital Fernández especialista en infectología, un representante del CEPAP y el P. Ronconi, que ofrecían su colaboración y asesoramiento a colegios e instituciones educativas y parroquias. Participaban en cada encuentro más de 100 personas y fueron recorridos, sólo en ese período, cerca de un centenar de colegios, que formaron luego grupos de asesoramiento para estudiantes y padres de familia y atención a seropositivos.

El esquema desarrollado y los principales objetivos de los encuentros, partían de la necesidad de una política de prevención, de la formación y educación en el amor, hasta los aspectos psicológicos y técnicos de la atención en casos particulares. En cuanto a las familias de los seropositivos y las comunidades educativas se consideraba la necesidad de aprender a convivir con el problema y evitar el riesgo de contagio.

Finalmente, Ronconi dedicaba mucho de su tiempo al acompañamiento de enfermos hasta su desenlace final, tanto en el Hospital Muñiz, como en el coloquio personal. Hay que considerar que, en ese momento, todavía no existían las vacunas y los cuidados que existen hoy. Es de destacar que, a pesar de toda esa actividad, nunca faltaba a su responsabilidad de párroco, en la que estaba siempre presente.

Camino a Nazaret

La otra iniciativa, también totalmente original, fue cuando comenzó a nuclear y a trabajar con grupos de “matrimonios separados en nueva unión”, pastoral que comenzó a llamar Camino a Nazaret. Juan Pablo II, en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, al hablar de la misión de la familia cristiana en el mundo actual, se ocupa con delicadeza de la acción pastoral frene a algunas situaciones irregulares, como la de separados y divorciados civilmente, vueltos a casar (FC 84). Con el explícito deseo de atenerse en todo a las directivas del Papa se inició esta pastoral, con el asesoramiento de Juan Francisco Ronconi, y la participación del matrimonio Castello y otros miembros de la comunidad eclesial, una iniciativa para concretar la recomendación de Juan Pablo. El movimiento derivó, por un lado, en un grupo de matrimonios en situación irregular, pero con deseo de vivir cristianamente su situación, que se denominó Camino a Nazaret. Por otro lado, la Editorial San Pablo publicó un libro con el mismo título, que profundiza el tema, aconsejando las actitudes convenientes para llevar adelante esta delicada iniciativa pastoral.

Los recuerdos del cardenal Bergoglio

Hablando de la devoción del Papa por María Auxiliadora, Ronconi dijo: “Cuando iba a ser ordenado obispo, Mario Bergoglio me dijo que la primera misa como obispo quería celebrarla en el Camarín de María Auxiliadora, porque allí había tomado las grandes decisiones de su vida. Ese domingo, a las 6 de la mañana, rezó la misa acompañado por un sobrino jesuita, una promesa que no sabemos cómo se enteró y yo. Fuimos los tres únicos testigos de su devoción filial. Los 24, dedicados a María Auxiliadora, le llevaba un ramo de flores, que subía él mismo al Camarín quedándose en oración frente a Ella y los 24 de mayo, le llevaba un ramo de rosas rojas. Y si llegaba durante una Misa de niños, se quedaba abajo, eligiendo un lugar desde donde pudiera ver a la Virgen y después le pedía a una catequista que subiera el ramo a la Virgen. Hay cantidad de fieles de San Carlos, que recuerdan haberlo visto entrar al templo, subir al camarín y no dudar en rezar al lado de los que allí estaban en oración”.

Bergoglio y los más humildes

La atención a los enfermos de SIDA fue, indudablemente, la “vocación especial” que tuvo Ronconi. Otro dato significativo del cardenal Bergoglio, que puede haber influido en esa vocación y que el mismo contaba en su mensaje, es que la primera misa de Jueves Santo que celebró como arzobispo, el Cardenal la quiso celebrar con los enfermos de HIV, en el Hospital Muñiz, y les lavó los pies en el recordatorio de la Última Cena. El segundo Jueves Santo, fue a la maternidad Sardá, donde atienden a las mujeres más humildes de Buenos Aires. Los “apóstoles” eran todas mujeres embarazadas, o que acababan de dar a luz, y venían con sus hijos en brazos. Otra anécdota significativa, fue que cuando el club San Lorenzo de Almagro celebró sus 100 años, el arzobispo le celebró la Eucaristía y recibió un carnet de socio y les dijo “nunca saquen la imagen de María Auxiliadora, porque San Lorenzo nació en el patio de San Antonio y el P. Lorenzo Massa, fue su fundador”.

La cruz y la paz

También se refería el Papa en su saludo a “la paz” con que aceptó Ronconi “la cruz de sus piernas”. Sucede que, desde hacía varios años, Pancho sufría de diabetes. Poco a poco su salud fue empeorando y llegó el momento que tuvieron que hacerle varias intervenciones quirúrgicas. Fue así como progresivamente fue perdiendo primero los dedos, luego el pie, hasta que, a pedido de él mismo, que quiso terminar con esas operaciones progresivas, tuvieron que quitarle las piernas, una desde la rodilla y la otra arriba de la misma. A esto se refería el Papa cuando dice: “Y gracias por (…) esa paz con la que recibiste la cruz de tus piernas.”

El 6 de agosto de 2014, como lo recordaba el Papa en su saludo, cumplió 50 años de ordenación sacerdotal y quiso ser llevado al camarín de la Basílica de María Auxiliadora, para celebrar la santa misa.

Llegó también, ya estando en la Casa de Salud, el momento en que se hizo insulinodependiente y debía ser llevado tres veces por semana al Sanatorio San Camilo para ser dializado. Realmente llevaba en paz su cruz, recibía siempre amablemente a cuantos iban a visitarlo, se atendía él solo en sus necesidades personales y conducía su silla de ruedas.

Había ingresado a la Casa Zatti en el año 2007. Estuvo allí hasta el final para cuidar su deteriorada salud. Fue el primer director (2007 – 2009). Luego quedó dos años como ecónomo y tres como consejero, hasta 2014. Finalmente, quedó definitivamente retirado hasta su muerte, el 12 de agosto de 2017.

Cuando falleció, el P. Ronconi tenía 80 de edad, 62 años de profesión religiosa, 52 años de sacerdocio. Fue ecónomo inspectorial 3 años y 24 años director.

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