P. Vicente Enei, “un maestro que no solamente enseña, sino que llena de paz, optimismo y sabiduría…”

Vicente nació en General Roca el 1 de noviembre de 1921. Su llegada a Villa Regina fue cuando la colonia tenía apenas un año de vida, en 1925, y él tenía cuatro años de edad, por lo que vio el florecimiento de esta ciudad rionegrina. Creció junto a la localidad que lo albergó. Ya retirado, volvió aquí para seguir aportando su granito de arena. Optó por permanecer en esta ciudad, donde reside parte de su familia y aquí llegó hasta su fin, a los 99 años.

Recuerdos de familia

“Nosotros llegamos a la Colonia Regina en 1925, con mis padres y hermanos. Mi madre, si bien tenía orígenes italianos, nació en Brasil, adonde su familia había emigrado, pero después de unos años retornó a Italia, para finalmente volver a emigrar y radicarse en la Argentina”, cuenta el P. Vicente Enei. Su padre emigró a la Argentina en 1906, y tras recorrer zonas próximas a Bahía Blanca, como Médanos y Pedro Luro, finalmente viajó hacia el Alto Valle, para radicarse cerca de Cervantes y finalmente en Villa Regina, donde ya un hermano suyo había viajado con anterioridad.

Su padre, cuando llegaron a la Colonia, fue una de las personas que trabajó en el armado y mantenimiento de los canales de riego, hasta que finalmente, y por decisión de su madre, comenzó a dedicarse a la agricultura en una chacra ubicada sobre la costa del río Negro.

Infancia en Colonia Regina

Para poder estudiar, junto con otro grupo de chicos, quedó internado en la parroquia, que en esos momentos era dirigida por el sacerdote Pío Gardín. “El internado estaba en lo que hoy es la iglesia. En aquellos años se había comenzado a construir, lindera a la iglesia vieja, el sector de las alas laterales se cerró y techaron y allí vivíamos el grupo de chicos, que también teníamos que colaborar con el P. Pío Gardín”. (Del Diario de Río Negro, 07/11/2010).

Justamente su hermano menor, que murió muy chico, era quien desde pequeño había expresado su vocación por ser sacerdote. “Yo no quería saber nada, encima cuando a los 14 o 15 años fui a continuar los estudios en Fortín Mercedes, todos mis amigos me decían ‘guarda que allá te van a hacer cura’”. Realizó el noviciado en Fortín Mercedes en 1939 y su primera profesión en el mismo lugar el 28 de enero de 1940. Hizo el trienio pastoral en la Casa Salesiana Domingo Savio de General Roca desde 1943. Realizó los estudios de teología en el Instituto Villada (Córdoba). Fue ordenado sacerdote, en la ciudad de Córdoba el 27 de noviembre de 1949. Sus primeros años de ministerio sacerdotal lo desempeñó en Stroeder, Bariloche, Viedma y Luis Beltrán. En 1962 fue nombrado director en Junín de los Andes y posteriormente para Viedma y Luis Beltrán. En 1985 continúa como director, pero esta vez en Fortín Mercedes y, en 1997 como párroco en el Don Bosco de Neuquén. En el 2002 fue destinado a Villa Regina hasta que fallece el día 27 de noviembre de ese año.

Formación personal y espiritual

Cada destino, cada tarea fue encauzada con el mayor esfuerzo intelectual y físico, el objetivo era, hacer lo mejor de lo posible.

Hoy, después de 67 años de sacerdocio, el P. Ennei vive en la Casa parroquial de Villa Regina, manteniendo con energía y optimismo una rutina cotidiana, luego del aseo personal en la mañana muy temprano y de la oración y rezo de las horas, lee varios diarios: “hay que vivir al día”.

A continuación, se dedica a cuidar y atender sus más de cincuenta macetas de plantas. Luego realiza las compras necesarias para el día y asesora a la cocinera respeto al menú, ayudándola en lo necesario. Durante la tarde realiza lecturas varias y la Eucaristía diaria, el rezo de Vísperas. Luego de compartir la cena comunitaria, mira el noticiero antes del descanso nocturno. A sus 95 años, con su inteligencia sorprendente y su gran memoria, profundo convencimiento y fortaleza, sigue brindando su servicio a la comunidad, caracterizándose por su paciencia, comprensión y tolerancia permanente con sus allegados y, sobre todo, manteniéndose permanentemente informado: “la ignorancia es terrible”, dice.

El Padre Vicente se define: “soy, como todos los demás, normal, como tiene que ser todo cristiano, hijo de Dos y buen ciudadano”. Con una sincera sensibilidad por la injusticia, siempre se manifiesta contra la violencia de cualquier tipo y contra la corrupción. “Me afecta muchísimo que los jubilados vivan con una miseria, mientras otros cobran millones”.

Para el P. Vicente, el mundo sería un mejor lugar si hubiera muchos capaces de desprendimiento, que pudieran compartir sus riquezas personales y espirituales y si tuvieran conciencia de compartir evangélicamente toda clase de bienes. Cambiaría radicalmente la humanidad.

Vínculos y capacidad de amistad

A lo largo de su vida al servicio de la juventud, el P. Vicente ha ido practicando sus palabras predilectas: “renunciar a lo cómodo, fácil y placentero”. Eso ha significado aceptar con esperanza y buena voluntad cada cambio de destino aunque ello produjera un gran dolor, sobre todo considerando los estrechos vínculos afectivos que generaba con niños y adolescentes, en cada oportunidad, convirtiéndose en parte de su familia.

Cada despedida ponía al descubierto su pasión por evangelizar y educar, y el cariño generado por su tarea docente, que no se limitó a colegios e internados, sino que se extendió a los cursillos matrimoniales y a su relación con los compañeros y laicos que lo rodeaban. Por ellos podemos decir que uno de los rasgos sobresalientes del P. Ennei fue su amor por la docencia y la familia, que van integrando cada etapa de su vida, sus alumnos.

Espíritu de trabajo hasta el agotamiento

En 2002 marca su último destino: Villa Regina, la localidad donde pasó su infancia. Va como vicario parroquial, y delegado del área de matrimonios y la atención en varias comunidades barriales, incluida Valle Azul.

En 2005, después de haber presidido dos Misas del Domingo de Ramos, en la Capilla Niño Jesús, se desvaneció. El diagnóstico fue “agotamiento físico”. A sus 84 años, debe reducir sus actividades. A pesar de ello, continúa atendiendo el Perpetuo Socorro y el Niño Jesús. Sólo deja de ir a Inacayal, Escuela 105, Villa Alberdi, Lourdes y Valle Azul. Sin embargo, el agotamiento sigue agravándose y en consecuencia debe realizar menos actividades aún. “Hasta los 84 años, trabajé como un joven. De ahí en más, comienza mi experiencia de ancianidad. Eso es lo que más me cuesta asumir”, sostiene el P. Enei.

Figura espiritual

Dice el P. Vicente: “hay que cargar con la cruz de cada día”. Eso es también lo que lo caracteriza. La sonrisa, a pesar de la nostalgia que lo puede embargar y el permanente saludo para quienes lo contactan con las palabras “felicidades, felicidades”. Todo esto da cuenta de su humildad y de su amor hacia quienes lo han rodeado, en cada una de las instancias de su vida.

En todos los lugares donde le tocó actuar, su gran preocupación, fue convertir el colegio en una gran familia, donde reinara, como quería Don Bosco, una buena disciplina, fruto de un amor que se sacrifica, estando siempre en medio de los alumnos, como un padre en medio de sus queridos hijos. Esto fue siempre su mayor sufrimiento. Hasta se lo vio derramar lágrimas, al tener que cambiar de colegio.

Bodas de oro sacerdotales

En 1999 se conmemoraron sus bodas de oro sacerdotales. Por iniciativa del Padre Inspector, Joaquín López Pedroza, secundado por el P. Daniel Schmidt, se realizó una gran celebración con Eucaristía solemne, presidida por Mons. Agustín Radrizzani, con un panegírico del P. Joaquín. Un asado popular para 300 personas, con asistencia de gran cantidad de jóvenes. Además, al homenaje asistieron sus dos hermanos y otros parientes.

Entre los jóvenes

Su optimismo, paciencia y energía dejarían huellas imborrables en la vocación de servicio de muchos jóvenes que él acompañó y formó. Largas y entretenidas conversaciones, entre risas y llanto, mantenía con muchos de ellos, perdiendo su tiempo para corregirlos, instruirlos y entretenerlos y aconsejarlos, en la catequesis parroquial, ayudando a crecer en la fe y a ser mejores esposos y padres.

El P. Vicente era el confidente de todos. Atendía los reclamos, enojos y dudas e inquietudes sobre todos los problemas de la vida. Era la persona en quien se puede confiar plenamente, que siempre puede ayudar a los que necesitan, con la que se puede contar, a pesar de tener 95 años. Un hombre de Dios, con una historia digna de imitar. Siempre discreto, respetuoso, cordial. Un maestro que no solamente enseña y corrige, sino que, sobre todo, llena de paz, optimismo y sabiduría, toda la vida.

El P. Vicente Ennei murió en Villa Regina el 27 de septiembre de 2020. Tenía 98 años de edad, 80 años de profesión religiosa y 70 de sacerdote.

0 Comments

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Share This