Nació en Kupetinci, Eslovenia, el 19 de octubre de 1925. Sus padres fueron Martín y Ana Karba. Realizó el Noviciado en 1950 el 31 de enero del siguiente año hizo su Primera Profesión Religiosa. Fue ordenado en San Justo el 7 de agosto de 1960.
Su actividad como educador y pastor la desarrolló sobre todo en la Casa Juan Segundo Fernández de San Isidro, el Colegio Don Bosco de Ramos Mejía, administrando desde ahí el Centro Familiar Deportivo Ateneo Don Bosco y en el San José de Caleta Olivia.
En 1990, pasó a la comunidad de la Casa Inspectorial, como administrador del Instituto Salesiano de Artes Gráficas (ISAG) y al mismo tiempo del ateneo popular Don Bosco de Ramos Mejía.
El secreto oculto de su sufrimiento
El 24 de marzo del 2004, estando de paseo por Eslovenia para visitar a sus familiares, el Padre Inspector, José Repovz, alude en una carta personal a la “indemnización” que Martín recibe del gobierno alemán. Llama la atención este dato escueto, del que no hay más documentación específica, pero que confirma la “tradición oral”, que se corría en la Inspectoría, en la época de su llegada a la Argentina.
Poco antes de los años 50 llegó a Bernal un grupo de aspirantes eslovenos, conducido por el P. Juan Mernik. Entre ellos estaba Martín Stuhec. El Padre Mernik, era el animador que condujo un numeroso grupo de familias eslovenas, que huían de la guerra y de los campos de concentración nazis y del dictador yugoeslavo Tito. Se pudo saber, por las referencias llegadas, que Martín había sido reclutado como soldado por el ejército alemán y luego, estuvo preso en un campo de concentración donde fue torturado. Además, algunas partes de su piel y de su cuerpo habían servido para experimentos genéticos que hacían los nazis. Habiendo podido escapar providencialmente de la prisión, encontró al P. Mernik y se incorporó al grupo que vino a la Argentina. No cabe duda que los sufrimientos padecidos, lo acompañaron por el resto de su vida.
Viajes a su tierra y reintegro temporal
En 1998, por un acuerdo firmado entre el Padre Inspector de Eslovenia, Stanislav Hosevar, y el de Buenos Aires, Santiago Negrotti, se le concedió a Martín permiso para retornar a su paria e incorporarse por un año a su Insectoría de origen.
Aniversarios de ordenación sacerdotal
Durante el año santo 2000 se celebraron los 40 años de su ordenación sacerdotal. Con tal motivo, en una carta personal, el Padre Inspector le decía: “Dios es fiel y nos cubre siempre con su misericordia, ternura y comprensión. En ese momento histórico que nos toca vivir, te pido que sigas vitalmente presente, acompañado con todo el corazón, con la oración, el camino transitado. Dios dará todavía una alegría más, que otros jóvenes se integren a nuestra Congregación tomando la antorcha de la causa de Jesús y de Don Bosco, que tú has llevado con perseverancia y generosidad.”
Constructor del Reino para los pobres
En el año 1987 lo encontramos en el Ateneo familiar Don Bosco de Ramos Mejía. En marzo de 1999, desde La Misión de Río Grande, se dirige a los antiguos maestros, cooperadores y exalumnos que pasaron por el lugar, para invitarlos a las reuniones que se cobrarán con motivo de la Fiesta de Mará Auxiliadora. Llama la atención, la forma modesta, pero por otro lado habitual en él, con que se dirige a todos. Dice: “Somos conscientes de nuestras imperfecciones y, por eso, les pedimos disculpas. Aplicamos el dicho de nuestro Asesor espiritual: ‘lo bueno, merece hacerse mal’.” Sabemos que lo que hacía, lo hacía bien, pero así era él, entre hosco y humilde.
En Ramos Mejía comenzó ayudando al P. Juan Mernik en el Oratorio, que él reformó y construyó en gran medida. A su muerte, Martín pasó a sustituirlo en el Ateneo Don Bosco, donde hizo una obra extraordinaria de recreación y pastoral. Allí mismo, administró también el Aspirantado José Vespignani y la Casa de Formación Permanente. También, en el Colegio San José de Caleta Olivia. En agosto de 1992, encontramos una carta del delegado Inspectorial de Luanda, Angola, en la que agradece al Padre Inspector, Juan Cantini, por “haberles prestado” al Padre Martín Stuhec, que dice haber hecho un valioso aporte a la obra salesiana de aquella misión.
Son notables las obras edilicias y las comodidades construidas en Ramos Mejía, y en San isidro. El tiempo que estuvo en el ISAG, consiguió dos fotocomponedoras de última generación, valuadas en 80.000 dólares, con cuyo producto, se pudo remontar una deuda crítica para el Instituto y para la Inspectoría, calculado en 300.000 dólares.
A Pesar del infarto que había sufrido poco antes del viaje. Martín, pide volver a Caleta Olivia, donde se encontraba muy bien. Allí es vicario parroquial de la Parroquia Don Bosco. Notamos, además, que como tirocinante, Martín había trabajado en San Julián y en el 1972, en la Misión de Río Grande.
Hacia el final
Sus últimos años de vida los pasó en la Comunidad de la Casa de Salud Artémides Zatti, del barrio porteño de Almagro.
Falleció en Buenos Aires, el 28 de marzo del 2020, a los 94 años de edad, 69 años de profesión religiosa y 59 años de presbítero.
Lo tengo muy presente y lo recuerdo con mucho cariño. Mi esposo perdi’o su papá cuando era muy chiquito y el Padre Martin fue su mentor durante su secundaria y adolescencia. El siempre recordaba las travesuras que le hacían junto con sus compañeros, en donde el Padre los disciplinaba desde una postura de amor y enseñanza, y no de castigo. Tanto es así que cuando nos casamos, mi marido lo contactó desde Canada (porque vivimos ah’i) para que nos casara en Buenos Aires en el Don Bosco de San Isidro. Lamentablemente mi esposo también falleció y el Padre era una figura de gran ternura que me lo recordaba y aún recuerdo. Que descansen en paz y han dejado un gran legado en esta tierra.