El Instituto Juan XXIII entregó 98 profesorados y 88 de tecnicaturas superiores

El jueves 20 y el viernes 21 de octubre el Instituto Superior Juan XXIII de Bahía Blanca vivió dos días actos de colación. Además de celebrar junto con 186 egresados y egresadas (entre profesorados y tecnicaturas), se realizaron algunos reconocimientos institucionales a docentes y al personal.

Se valoraron los 25 años de servicio del P. Alejandro Lich, de Silvia Moscato, de Verónica Prada, de Betina Rolón, de Inés Gea y de Fernando Moreno. Se entregó un reconocimiento en agradecimiento a la labor durante 49 años de la prosecretaria Rosita Schmidt.

El Director del Instituto Adrián Mandará, junto a todo su equipo de trabajo y en nombre de toda la comunidad educativa, agradeció este momento compartido.

En los diversos actos se tomó el tradicional compromiso profesional tanto a noveles docentes y técnico/as superiores. Se destacaron las palabras de estudiantes y docentes directivos que reflejaron el paso institucional.

A continuación, compartimos las palabras en el acto de las tecnicaturas a cargo del Director del Instituto, Adrián Mandará:

¡Felicitaciones! Una alegría poder celebrar este acto de colación con ustedes. Hoy es un día muy especial.

Cuando hace 62 años, quienes fundaron este instituto superior salesiano, “el Juan”, no hay dudas que arrojaron semejante tizón hacia el porvenir, y seguramente, no tenían manera de saber cómo sería el mundo de hoy.

¡Qué desafíos, qué retos, qué paradojas, qué injusticias tendríamos que enfrentar!
¡Con qué tamaño de contradicciones deberíamos convivir!

Esto de que esté todo permitido, que se pueda decir cualquier cosa, pero al mismo tiempo, ese exceso de posibilidades y esa sobreabundancia de información, terminen por generar apatía e indiferencia.

No podían saber aquellos curas de Don Bosco, fundadores, optimistas, esperanzados, que somos libres en una vida que se vive a una velocidad tan alta que aun el más bello paisaje pasa igual de rápido que el páramo más espantoso, y entonces tanto uno como otro dejan de importar.

Esta colación no tiene que ser así. Este acto es muy importante por muchas razones: porque están ustedes… Ustedes eligieron una carrera, una profesión, un Instituto para su formación. Se confiaron a un sueño de otros, de ustedes mismos y de ustedes para otros… Que, como decíamos antes, inició también de una esperanza y de una apuesta por la vida.

No menor en esta colación es decir que nunca hay que bajar los brazos, que los sueños se concretan y se recrean con pasión, con esfuerzo, con estudio, con esperanza…

Muestra de esto, es que hoy estamos celebrando también que el sueño institucional continúa, y hoy, además de las habituales tecnicaturas, entregaremos también diplomas a los primeros egresados y a las primeras egresadas de dos nuevas carreras que el Instituto sumó: la Tecnicatura Superior en Automatización y Control, y la Tecnicatura Superior en Subastas y Corretaje.

Algo muy importante, que este acto tiene que resaltar, es que el mundo necesita de ustedes, de técnicos y técnicas superiores que administren, que creen, que protejan, que alojen, que comuniquen, que arreglen, que eduquen y que hagan crecer a esta sociedad. Se necesitan mercados justos, empresas más solidarias, personas que piensen en el bien de todos y no de unos pocos, que terminemos con conceptos de meritocracia o un burdo afán utilitario o economicista. Intentar romper con el miedo de que la digitalización y la robótica van en contra de las personas, que cuidemos de esta casa común que llamamos mundo.

Quienes hoy se gradúan han recibido y han probado haber aprendido y aprehendido una serie de conocimientos que califican para desempeñar un rol determinado. Pero hay una habilidad que no tengo dudas que han adquirido en su paso por estas aulas, por este “Juan XXIII” que, en la medida que la ejerzan, la cultiven, la entrenen y la mantengan en forma, los va a mantener a salvo de esa marea que mezcla paja con trigo sin contemplaciones.

Esa habilidad se llama “discernimiento”. Discernir qué se dice, quién lo dice, por qué lo dice para darse cuenta que no todo es lo mismo ni vale igual, aunque el formato en el que se presente pueda ser vistoso y por ende, tentador.

¿O no es una apelación contundente y cabal a la capacidad de discernimiento que un ser humano debe ejercer precisamente para ser humano en el mundo de hoy, el lema que los fundadores nos legaron cuando crearon esta institución: “¿Difundir la verdad en orden al bien?”

¿O no se requiere del discernimiento para pelear por la igualdad de derechos, para esforzarse en dar a todos los mismas oportunidades de encontrar y fomentar una vocación, cuando se nos bombardea con discursos que atacan a docentes y formadores y los desprecian, como si fueran responsables de los problemas y no aquello que deben fortalecerse cada vez más si se pretenden soluciones?

Discernimiento para asumir que la unidad no es corporativismo. Que inversión jamás se equipara a gasto. Que la dignidad de quienes se ganan la vida y aun así tienen tiempo de ocuparse de los derechos y las necesidades de sus semejantes, no puede ser metida en la misma bolsa que el afán de lucro desmedido o la falacia, tantas veces corroborada, de la teoría del derrame… Según la cual sólo los privilegiados pueden llenar su copa, y cuando la tengan bien llena, entonces recién allí se les volcarán las gotas que podrán saciar la sed de quienes no nacieron con sus mismos privilegios.

Las colaciones de grados se asemejan a las cosechas en las que los sembradores sienten la satisfacción de recoger los frutos de aquello que tanto esfuerzo ha costado. ¡Valió la pena!

Evitemos desde nuestra formación y, ya en el mundo del trabajo, que estos tiempos tan vertiginosos no nos quiten esta metáfora… hoy es una primera cosecha llena de alegría porque este es el camino… y tan sólo hacemos una pausa en nuestras labores de cultivo para sumarse a ustedes como nuevos labradores que los incorporamos al colectivo de los que todavía creemos que esta tierra es posible.

Un colectivo, una comunidad, que hoy se alegra con ustedes integrado por docentes, personal y directivos que han sido y son cada vez más fundamentales… También por sus familias que los han acompañado y se suman a esta alegría.

La palabra “diploma”, que certifica el título que hoy se llevan, seguramente no por casualidad (y les recuerdo que San Agustín decía que la casualidad suele ser la forma que elige Dios para manifestarse a los necios) empieza con la misma letra que la palabra “discernimiento”.

“D” de Diploma. “D” de Dios. “D” de Discernimiento. Tres palabras que unidas acaso digan todo cuanto corresponde decir en situaciones c0mo estas, donde lo que parece un final, es en realidad una pausa para tomar respiro… mirar con merecido orgullo el camino recorrido y aprestarse a comenzar el verdadero camino de la vida.

¡Felicitaciones!

0 Comments

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Share This