Estamos celebrando la fiesta de Nuestra Madre María Auxiliadora en el contexto de los 150 años de la llegada de la primera expedición misionera salesiana. Y cuando uno recorre la Patagonia, a lo largo y a lo ancho de nuestra Inspectoría, está cargada de monumentos, templos y santuarios de María Auxiliadora. Y no nos cabe duda de que aquellos misioneros tenían en su corazón un inmenso amor por su madre María Auxiliadora. Amor que ciertamente lo habían vivido en el mismísimo Valdocco, se lo había inculcado nuestro padre Don Bosco. Nos podemos preguntar, ¿qué significaba para aquellos misioneros María?,
¿por qué Don Bosco se preocupó tanto de hacerles percibir este amor por María? De hecho, en el recuerdo a los misioneros, él les pido que confíen en María Auxiliadora y que difundan su devoción.
Nuestra confianza en la Virgen, aquello que Don Bosco le regaló a los pibes en aquel Valdocco cargado de intuiciones pedagógicas y caminos por recorrer, tiene que ver con la ternura con que Dios nos ama a nosotros. María es mapa y signo de esta ternura. María era para los salesianos el signo más visible de la ternura y de la manera con que Dios nos cuida. Dios nos cuida con amor maternal. Dios nos cuida con amor de mujer, como era María
Querido amigos, queridos hermanos, al celebrar esta fiesta de María Auxiliadora, 150 años después de aquella primera expedición misionera salesiana, seguimos teniendo este mismo mapa de la ternura de Dios, seguimos teniendo nuestro mismo compromiso y la misma experiencia que nos hace sentir que el amor materno de Dios viene expresado en la ternura con que María nos acompaña.
Les deseo a todos, de corazón, a cada uno, a lo largo y a lo ancho de la Inspectoría, a los que están en los patios, a los que caminan en la zona misionera, a los que caminan nuestras aulas, y que transitan nuestra obras, “¡feliz día de Nuestra Madre! ¡Que su ternura nos recuerde siempre la cercanía y la ternura de nuestro Padre Dios!
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