El Padre Inspector Darío Perera grabó un video mensaje para toda la Familia Salesiana de la Inspectoría para el día de la memoria litúrgica del beato Ceferino Namuncurá, el 26 de agosto.
Al respecto, destacó que la fiesta de Ceferino “es la fiesta de nuestro patrono, es la fiesta de una santidad autóctona, es la fiesta de una santidad de nuestra tierra, es la fiesta de una santidad de nuestra Inspectoría”.
Y resaltó la dos fuentes de su camino de santidad: “La primera fuente espiritual ha sido la experiencia creyente del pueblo mapuche. Ahí tuvo la primera experiencia de Dios, ahí se encontró con ese concepto de la trascendencia y lo que implica la experiencia de Dios en un pueblo. Su primera experiencia creyente fue en las entrañas de su familia. Es muy rica y muy profunda esta experiencia de Dios que Ceferino abrevó en su pueblo y en su propia familia”.
Y continuó: “La otra fuente de la espiritualidad de Ceferino tiene que ver con ese rico ambiente de santidad que los salesianos supieron proponer a los jóvenes con que se encontraron. De hecho, nosotros también tenemos a Artémides Zatti, a Laurita Vicuña y, seguramente, tendremos muchos otros ejemplos más de santidad”. Y puntualizó: “Lo genial de esto es que en nuestra tierra, en nuestra inspectoría, los primeros salesianos que trajeron su carisma lo hicieron con las mismas condiciones que Don Bosco propuso en Valdocco. Así como Don Bosco proponía en Valdocco esa escuela de santidad donde estaba Domingo Savio y tantos otros, aquí estuvo Ceferino, estuvo Laurita, y seguramente muchos otros más”.
Justificando las dos fuentes de la espiritualidad del beato Ceferino Namuncurá, el P. Darío se preguntó: “¿Cuál es nuestra propuesta de santidad para los tiempos de hoy?”.
Y brindó algunas pistas: “La santidad juvenil sigue siendo un desafío para nosotros. Ojalá podamos seguir estando en la huellas de aquellos primeros salesianos capaces de generar un ambiente de santidad que entusiasmó a tantos, entre ellos a Ceferino. Ojalá que podamos contactar con tantos jóvenes de expresiones culturales tan distintas, tan diversas, tan plurales, pero que puedan percibir que el Evangelio es una rica experiencia humana que los abre a la trascendencia, que los abre al misterio de Dios, que les regala esas claves de sentido que a los hombres nos da el horizonte único: la plenitud que es de Dios”.
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