Nos dejó el P. Horacio Gutiérrez

+ P. Horacio Gutierrez sdb, nos dejó ayer [30/12/2022]

El 11 de enero hubiera cumplido 97 años.

¿Lo conociste? Te desafío.

Por ahí te lo habrás cruzado más de una vez. De porte elegante, tan pocas palabras que parecía medio secote, humor hasta quizá sarcástico que cuando te hacía un chiste no sabías si te hablaba en serio o en broma, caminante solitario a paso firme y seguro… Algunos decían, medio difícil.

Pero… de verdad ¿lo conociste?

Recuerdo una de las primeras veces que lo crucé allá por el 76… Yo con mis 14 o 15 años, sorprendido de ver a un cura caminando por Yapeyú con un teléfono inalámbrico que tenía la dimensión de un termo de litro… ¿Qué sería ese aparato? ¿Quién sería?

Con el tiempo pude comprender lo mucho que la educación pública de gestión privada le debió a este hombre en la Argentina en tiempos de plena dictadura militar y hasta avanzada la democracia devuelta al pueblo sin haberse casado jamás con el sistema de turno, como el último responsable de la SNEP (Secretaría Nacional de Educación Privada en aquellas épocas).

Después, como si nada hubiera ocurrido con sus “cargos de alta embergadura” fue aceptando servicios de responsabilidad muchos más sencillos como fueron Ushuaia, la Casa de Salud Zatti en San Isidro y más tarde en Almagro, el servicio de confesor en la parroquia del León XIII o la capellanía de nuestras hermanas HMA de Almagro…

¿Lo conociste?

Seguramente, como yo, creías conocerlo… con ese tinte especial. Creí conocerlo hasta que me tocó vivir con él. Mis prejuicios me llevaba a pensar cómo hacer para convivir con este hombre tan particular…  hasta que me di cuenta que lo único que necesitaba yo era enterrar esa fachada y las fichas que muchas veces, desde nuestra humana crueldad, hace que estigmaticemos a muchos hermanos. Y me decidí a conocerlo en serio…

Le empecé a seguir la corriente y a arrancarle sonrisas. Y me di cuenta que más allá de todas aquellas fichas humanas, había un hombre con sentimientos nobles, de incansable trabajo, que en el confesionario se transformaba en ternura comprensiva y compasiva, profundamente sacerdote en su ministerio… y que cuando lo cruzabas en casa o en el ascensor, el que creíamos que parecía un león, no era más que un humilde cordero que si llegabas a conocerlo de veras, podía convertirse para vos en un gran hermano.

Y así te despido, querido hermano, con lágrimas que en este momento me brotan de los ojos. Perdón por las veces que no supimos entenderte y comprenderte, por no saber ver el corazón humano que se escondía detrás de tu imagen. Gracias por todo lo que te brindaste a la educación en Argentina; por habernos sacado de tantas malarias en las que a veces, por malas administraciones, nos metíamos; por defender tanto la escuela salesiana y todas las escuelas públicas de gestión privada que recurrían a vos en tiempos tan difíciles. 

Hasta encontrarnos de nuevo en el Oratorio del Cielo, junto a papá Don Bosco y a María Auxiliadora que tanto amaste en vida. Rezo por vos, rezá por mí.

Perdón por esta sinceridad que me brota del corazón… Simplemente te pregunto si realmente lo conociste.

Juan Francisco Tomás, SDB
San Isidro, 31 de diciembre de 2022

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