Jóvenes, ¿qué andan diciendo? – Juan Patricio Rubino

¿Cómo te imaginás la animación y la acción pastoral post pandemia, teniendo presente la situación de los barrios y familias que acompañan?

Para poder empezar a reflexionar acerca de estas cuestiones, primero es importante decir que creo que aún no hemos llegado a conocer la profundidad de la situación, por varias razones. Primero porque en muchos casos el laburo que se venía haciendo en los barrios se ve dificultado y muchas veces las únicas situaciones que se hacen visibles son las que se acercan y no todas. Y, por otro lado, porque aún no hemos atravesado lo peor de la pandemia. Promediamos el día cien del aislamiento social y la situación epidemiológica todavía no ha llegado a su pico. Sabemos que, en los sectores más vulnerados de la sociedad, por las condiciones socioambientales la enfermedad avanza más rápido, y también sabemos que las posibilidades de cumplir y hacer cumplir el aislamiento son mucho menores, todo esto con cien días de cuarentena a cuestas. Es cierto que las medidas rápidas permitieron la preparación del sistema de salud y esto va a permitir dar respuesta de mejor manera y no seguir los pasos de Brasil, por ejemplo. Pero la única verdad es la realidad y la situación desde lo económico y desde lo epidemiológico está llegando a su punto crítico.

Hecho este análisis y sabiendo que en el país con el que nos vamos a encontrar el 60% de su pueblo va a ser pobre y un cuarto va a estar desempleado, las estrategias de acompañamiento necesariamente van a tener que estar pensadas en función a esto. Y a los protocolos a los que nos tengamos que someter. Y a la vida golpeada después de la pandemia.

El abordaje deberá ser, más que nunca integral. Desde lo espiritual, porque es eso lo que nos congrega y da sentido, pero desde lo tangible también, y con una clara perspectiva de derechos.

Esta situación nos interpela por todos los frentes. Lo primero a recuperar tendrá que ser el vínculo humanizante, esto en lo que los salesianos nos hacemos fuertes. Sabiendo que los procesos que veníamos sosteniendo deberán ser reevaluados y tendremos que hacer frente a la frustración. Por esto las comunidades animadoras deben estar más que nunca ancladas en una profunda fe para hacer frente al dolor.

Un límite con el que nos cruzaremos será el hambre, y ahí el debate que estaremos obligados a dar tendrá que ver con la forma en la que adaptamos y repensamos nuestras obras en función a dar respuesta a esto.

Y por último, partiremos de la certeza que, las crisis económicas en los sectores populares se traducen como conculcación de derechos a los nuestros. Por eso, frente a un Estado que tendrá que dar respuestas a mayores demandas, la bandera que tendremos que levantar es la de los derechos de nuestros pibes.

Tenemos por delante una situación crítica, pero la atrevesamos con dos certezas. Una, es la de la Fe, el sabernos amados por un Dios qué se hace presente en cada plato vacío, en cada pibe que sufre. La otra es la oportunidad que ofrece cada crisis y no desde el consuelo, sino desde la posibilidad real de deshacernos de las estructuras que no dan respuesta y la construcción de otras más justas.

Juan Patricio Rubino
Casa Salesiana Santa Catalina, CABA

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