“VolVer al Barro”: Retiro de Junín de los Andes 2024

Hay un hombre ciego mendigando en las calles. Los discípulos lo miran y ven ahí la evidencia de que alguien hizo las cosas mal. Alguien pecó gravemente, él o sus padres, y ese es el castigo. En cambio, Jesús lo mira y ve otra cosa, nos muestra otra mirada, la mirada de Dios, que ve más allá de las apariencias y puede ver lo que otros no llegan a ver: hay un hombre que sufre, la prioridad es aliviar ese padecer, todo lo demás, viene después. Se agacha, toma tierra, y con su saliva hace un barro que coloca en los ojos del ciego. Y el ciego comienza a ver.
Jn. 9, 1-48

Del 1 al 4 de febrero, convocados por el lema “VolVer al barro”, casi 130 jóvenes de toda la Inspectoría de Argentina Sur, de entre 21 y 35 años, se acercaron a la ciudad de Junín de los Andes para tomar contacto con su propio “barro”. Del encuentro participaron también como Animadores-Escuchadores alrededor de 40 educadores de las distintas Casas y más de 20 salesianos consagrados, quienes con su escucha y cercanía acompañaron de cerca la vida de las distintas comunidades de trabajo.

Durante esos días, todos los participantes se fueron adentrando en esa Tierra Sagrada que es la propia historia, habitada por tantas personas, sembrada de tantas palabras, representaciones, expectativas, y —sobre todo— de tantas miradas. Tierra sagrada de la que emerge el rostro de Dios con el que cada uno se relaciona, inevitable punto de partida de cualquier camino que iniciemos hacia lugares de mayor claridad y transparencia.

¿Qué miradas habitan nuestra mirada?¿ Cómo condiciona eso mi manera de mirar y de ver?¿De qué “barro”está hecho el modo en que me vinculo con los otros? ¿De qué Dios me han hablado?¿De qué Dios hablo yo?. Esas fueron algunas de las preguntas que motivaron la experiencia y Jesús —especialmente su manera de mirar— fue el lugar al que se fueron a buscar respuestas.

En el camino se encontraron con la alentadora presencia de otras personas de carne y hueso que abrazando su propio barro supieron transparentar a Dios en los lugares por los que pasaron. Ellas hicieron ver que si orientan su vida con el GPS que calibró Jesús, también ellos van a sentir con más fuerza la presencia de Dios para llevarla a los demás. Para eso, no hay que renunciar a lo que cada uno y cada una es, al contrario. Se trata de estar en profunda armonía con el núcleo de nuestro ser y animarnos a identificar: ¿qué forma toma Dios en mí? ¿Cuál es el rasgo de Dios que los otros ven cuando me ven? ¿por qué los llamarían Bienaventurado/a?

La vuelta a casa fue precedida de un tiempo de revisar y orar la propia realidad. Un tiempo de pensar las formas concretas en que llevar la mirada nueva a los lugares de siempre…

El Padre Inspector, Darío Perera, compartió los cuatro días de esta hermosa experiencia y, en la Eucaristía de clausura del retiro sintetizó: “No es desde nuestras seguridades que vamos a encontrarnos con Dios. Las seguridades pronto se transforman en arrogancia que ciega nuestros ojos y cierra nuestros oídos. Por eso, es necesario VolVer al barro, volver a nuestra experiencia humana cargada de fragilidades pero tiernamente amada por Ël”.

Todos, jóvenes, animadores, salesianos partieron a sus hogares con el corazón encendido de tanta Vida compartida. Jóvenes, laicas, laicos y religiosos buscando pistas para la vida que desean abrazar, disfrutando de la frescura del río y de jugar bajo las estrellas, conscientes de la fragilidad del barro barro de cada uno, pero felices de sentir que la mirada buena de Dios Padre sigue confiándoles el Tesoro más Tesoro grande.

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