El lunes 29 de noviembre, una imagen de la beata Laura Vicuña fue entronizada en la Basílica Nuestra Señora del Pilar del barrio porteño de Recoleta.
Se trató de una ceremonia organizada por la embajada de Chile en Argentina en conmemoración a los 37 años del pacto de paz y amistad entre Argentina y Chile. Por eso, la beata binacional de la Familia Salesiana llegó a este templo como un “símbolo indestructible de comunidad, de historia y de que fe que une a los pueblos de argentinos y chilenos”.
Participaron del acto y la posterior misa el embajador de Chile en Argentina, Dr. Nicolás Monckeberg Díaz, el párroco de Nuestra Señora del Pilar, Pbro. Gastón Lorenzo, la Madre Inspectora de Buenos Aires de las Hijas de María Auxiliadora, Hna. María Elena Fernández, su Vicaria, Hna. Lucila de la Cueva, y un nutrido grupo de religiosas y laicos.
Con la alegría de esta presencia de Laura Vicuña en un templo porteño, las Hijas de María Auxiliadora invitan a seguir rezando para que la joven beata siga dando pasos en su camino hacia la canonización.
“Una beata de dos naciones”
“El 29 de noviembre se conmemoraron los 37 años de la firma del tratado de paz y amistad entre Chile y Argentina. Fue un momento decisión histórico y determinante que evitó un conflicto cuyas consecuencias hubieran sido de profundo dolor y sufrimiento. Ambos países supieron zanjar sus diferencias perseverando en el camino del diálogo y la negociación diplomática”, relató en embajador Monckeberg Díaz en su alocución.
Y siguió: “A chilenos y argentinos nos une la historia, la geografía, las tradiciones y el acontecer de cada día, la unidad para enfrentar las adversidades”.
Y recordó al obispo chileno Ramón Ángel Jara (1852-1917) quien dijo en 1904 sobre el monumento al Cristo Redentor de los Andes: “Se desplomarán primero estas montañas, antes que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor”.
“Entonces hace referencia a Laura Vicuña, como símbolo indestructible de amistad entre argentinos y chilenos –agrega el embajador–. Laurita nació en Santiago de Chile en 1891, la experiencia de dejar Chile para vivir en Argentina, la historia con las Hijas de María Auxiliadora que la acogen como pupila mientras su mamá se va a trabajar… Pero hay algo muy importante: los testimonios históricos que recogen su profunda fe siendo de corta edad. Tanto que el 22 de enero de 1904, Laura agonizaba y le pidió a su mamá que dejara a ese hombre que la maltrataba y ella iba a poder morir en paz”.
Luego de esa frase, Monckeberg Díaz resaltó “el valor de la familia como centro y núcleo en una sociedad”, que toma un significado especial en la vida de Laura Vicuña, “sobre la base del amor profundo de una mamá… Laurita logra convertir a su mamá”.
“Esta es una beata de dos naciones que une el corazón de ambos pueblos, para relevar sus testimonios. El testimonio de ella, como el de otros tantos inmigrantes, que dejan su país en silencio e ingresan al otro país en silencio. Ella es una protectora de todas estas personas que necesitan un lugar donde poder vivir en paz”, concluyó.
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