Mons. Alejandro Buccolini sabía escuchar a todos siendo un padre para muchos

Hijo de padres italianos, Constantino y María Fusari, Alejandro Buccolini nació en Ferré (provincia de Buenos Aires) el 18 de enero de 1930. De pequeño fue alumno de la Escuela Agrotécnica Salesiana de Ferré a la que ingresó el 24 de mayo de 1940. Sintiéndose llamado a la vida salesiana, continuó sus estudios en el aspirantado de Ramos Mejía y de Bernal (1942 – 1946). En 1947 hizo el noviciado en Los Cóndores (Córdoba). Y de 1948 a 1950, el Postnoviciado en Vignaud. De 1951 a 1953 se desempeñó como tirocinante en la casa salesiana de Paraná. Estudió Teología en el Instituto Teológico Internacional “José Clemente Villada y Cabrera” de Córdoba, en donde fue ordenado sacerdote en 1957. Luego, en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma obtuvo la licenciatura en Latinidad.

En 1973 inauguró, como primer director, el Seminario Salesiano “Ceferino Namuncurá” de Funes (Santa Fe), próximo a Rosario. Concluido su primer período de Inspector, en 1985 hizo un Curso de Espiritualidad Salesiana para formadores en la Casa Generalicia de Roma; y en 1986, en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma, participó de un Curso especial para Formadores.

Se estaba desempeñando como formador del Postnoviciado de Funes cuando nuevamente lo nombran Inspector del Litoral en 1991. Pero al año siguiente lo esperaba otra misión de servicio a la Iglesia, según el espíritu salesiano.

Como religioso, director, Inspector y hermano, el P. Alejandro ha demostrado tener cualidades excepcionales de inteligencia y de corazón. Por eso, se ha granjeado sólidas amistades, sincero afecto y una incondicional adhesión a sus propuestas de fidelidad a la Iglesia y de intenso trabajo por el Reino con el carisma de San Juan Bosco. Por todo lo cual, necesitando un obispo para la Patagonia, la Conferencia Episcopal Argentina puso en él sus ojos y lo propuso para esa misión.

 

El tercer obispo de Río Gallegos

Tras este fecundo camino salesiano fue elegido 3ºcomo tercer Obispo de Río Gallegos el 11 de Julio de 1992. Consagrado el 26 de septiembre de ese mismo año en Rosario, inició su servicio en la diócesis el 3 de octubre de 1992. Su ministerio pastoral en Río Gallegos ha sido muy fecundo: recorrió varias veces la extensa diócesis y ejerció con dedicación, entrega y responsabilidad su servicio de Padre y Maestro en esa Iglesia local.

Como Obispo salesiano de la Patagonia, Mons. Buccolini se esforzó por adquirir desde el primer momento y desarrollar en él y proponer a los demás, el espíritu misionero. Don Bosco había mandado a sus primeros misioneros guiados por don Juan Cagliero. Ceferino Namuncurá fue fruto y modelo de esta misión. Buccolini reconoce esta vocación misionera y la hace suya proponiéndola también a los suyos.

 

Don Bosco como modelo de su apostolado patagónico

Al presidir una celebración eucarística en Río Gallegos, en febrero de 2004, en la Parroquia de San Juan Bosco, recuerda que Mons. Magliano al regresar del Concilio Vaticano II, trajo un documento de Juan XXIII, en el que se proclamaba a Don Bosco patrono de la Patagonia. En esa celebración, Buccolini relanza ese título de nuestro Padre, proponiendo su vida como ejemplo y modelo para todos los patagónicos. Recordaba así mismo la figura del Cardenal Cagliero, el primer misionero salesiano enviado por Don Bosco

 

Ceferino como modelo de fe

Recordando el “Quiero ser útil a mi gente”, de Ceferino Namuncurá, Buccolini lo propone para todos los patagónicos como modelo de fe. “También nosotros –dice el obispo– tendríamos que preguntarnos, cual es la vocación a la que el Señor nos ha llamado. Abrirnos a la voluntad de Dios Padre en cada momento de la vida, sabiendo que será siempre para nuestra felicidad”. Ceferino participó cada año de las rogativas en honor de “Futachau”, Dios, el Gran Padre y sintió a Tata Dios como alguien muy presente, en cada momento de su vida, pero no fue sólo su religiosidad popular la que marcó a Ceferino, sino que después de haber sido bautizado, por un misionero amigo de su Padre (el P. Milanesio), se desarrolló en él, la vocación misionera: ‘quiero ser útil a mi gente’”. Mantuvo vivo su sueño hasta los últimos días de su vida. Por eso, finalmente, Buccolini termina proponiendo a los jóvenes a Ceferino como modelo de amor por su pueblo y por su tierra, modelo de una fe, cultivada y desarrollada también en medio de dificultades y cruces, modelo de fe para un proyecto de vida que él supo abrazar.

 

Su preocupación por el repliegue salesiano en la región

Consciente de la importancia que Don Bosco brindó al proyecto misionero de los salesianos en la Patagonia y, después de participar en Roma en la reunión que cada seis años suelen hacer los obispos salesianos con el Rector Mayor, el Rector Mayor de aquel entonces, P. Juan Vecchi, Mons. Buccolini manifestaba su preocupación por la disminución de la presencia salesiana en la diócesis. El colegio de San Julián y las parroquias de Gregores y de Río Turbio habían tenido que cerrarse por falta de personal salesiano. Con ese motivo, manifestó que hablaría con el Rector Mayor para lograr que la Congregación retardara un poco su repliegue en estos lugares, para que las parroquias no quedasen abandonadas, considerando que era difícil en ese momento, encontrar clero diocesano que las pueda asumir.

 

La pastoral familiar

Una de sus prioridades de Buccolini como obispo fue fomentar la pastoral familiar. El objetivo de su Pastoral, presentado en la carta pastoral “La familia, esperanza, desafío y compromiso”, era “La familia y vida marchan juntos”. Por eso la intención fundamental de su pastoral fue la de potenciar la familia como “iglesia doméstica”. Con este fin, propuso varias pistas concretas.

La primera fue “la pastoral juventud”: Buccolini decía que los modelos presentados hoy a la juventud por los medios, eran de raíz hedonista y mercantilista. El modelo de Jesús, es la felicidad lograda como donación de sí y fruto de la libertad responsable. La segunda fue la de preparar un “laicado adulto”. Para ello, fomentar la formación en las diversas etapas, integrando también las familias en conflicto. Por último, “la comunicación”, asumida como agentes de evangelización. Vemos en esas prioridades pastorales, la raigambre de su espiritualidad. El documento fechado el 31 de enero del 2003, evidencia su esencia juvenil y salesiana, como así también su espiritualidad. “La preocupación por la familia –decía el obispo– está en el corazón de la Iglesia, porque el futuro del mudo y de la misma Iglesia, se plasman a través de la familia.

 

La catequesis familiar en su mentalidad

Debía basarse, como lo exponía en otra de sus circulares, en la profundización y difusión los cuatro objetivos de la pastoral familiar. Para eso, proponía “redescubrir” una verdadera catequesis familiar para la familia y para los jóvenes y los laicos, basada en la comunicación. “Desaprender” las actitudes de “poder”, que pudo presentar la Iglesia en su catequesis, como por ejemplo: “esto es así y basta, porque lo digo yo”.

Luego, “Reafirmar” la familia y la juventud, como opción y núcleo evangelizador. Recordar que los padres son los primeros catequistas y confirmar la validez metodológica de esta catequesis. Finalmente: “reorganizar” y consolidar la catequesis familiar, afirmando la prioridad familia, juventud, laicos y comunicación.

Vemos aquí, por un lado, la “coherencia y organización de su pensamiento” y, por otra parte, la profundidad de su espiritualidad que trata de compartir a todos.

 

La Pastoral Juvenil

Otra de sus preocupaciones fundamentales fue, sin duda, la Pastoral Juvenil. La caridad pastoral, como hijo de Don Bosco, la consideró una de sus prioridades, considerándose como un “signo y portador del amor de Dios a los jóvenes”. En su circular del 31 de enero del 2004 manifiesta: “está grandemente preocupado porque la Pastoral Juvenil ha perdido consistencia”. Considera que este problema es una “cuestión delicada”. Encuentra que se ha perdido la acogida, el acompañamiento y el diálogo con los jóvenes, en todas sus manifestaciones, como encuentros, fiestas, reuniones, música, celebraciones en general. Para eso, da algunas pistas de solución, como la de que el coordinador de pastoral juvenil, sea no un sacerdote sino un laico dedicado específicamente a esa tarea y que se ponga en manos de los mismos jóvenes la conducción de su pastoral. Termina, después de manifestar otras pistas concretas, comprometiendo a todos en la necesidad de una capacitación de conjunto entre laicos, jóvenes y sacerdotes, para involucrarse en las situaciones juveniles más frecuentes, como centros de estudio, barrios, calle, discotecas, noche y, sobre todo, en las situaciones más profundas de marginación, riesgo, desvalimiento, explotación y pobreza.

 

El mundo del trabajo

Finalmente veremos que el mundo y los problemas del trabajo estuvieron también al tope de su preocupación pastoral. De él depende la vida de la familia y el bien común. Es un medio de realización personal y de justicia social, principio de solidaridad y convivencia. Para terminar con una amplia visión de los principales problemas sociales que provoca la ausencia de una cultura del trabajo. Encuentra totalmente obsoleta la ley de trabajo, mientras que observa que por otra parte estamos con una Ley de Emergencia económica.

El capitalismo financiero y la voracidad de los poderosos, junto con la marginación y el clientelismo, atentan contra los derechos de los trabajadores y producen situaciones de violencia y opresión. Propone la búsqueda de una “ética del Compartir”, como enseña la Doctrina Social de la Iglesia.

 

El banco de los pobres

La preocupación de Buccolini por los problemas sociales y, en particular, por los jóvenes y familias pobres y abandonadas, lo llevó a tomar contacto con una iniciativa desarrollada por un economista de la India, sistema conocido como “el banco de los pobres”.

En tiempos de la crisis económica de 2001 en Argentina, ante las dificultades comunes en muchas partes del país, puso en marcha un plan de “microemprendimientos”, para ser otorgados a pobladores del interior de la provincia, dentro del marco de dicho sistema bancario privado. Fue así, como los microcreditistas, comenzaron a acumular stock, para que la temporada de crisis los tomara bien preparados, no como en casos anteriores, que al no tener previsión de acopio, se generaron muchos problemas con las familias de menores recursos. Cada semana se giraba su reembolso de créditos, que les permitía a su vez, consolidar la refinanciación de sus proyectos.

En otro ámbito de cosas, su preocupación por los problemas sociales y salariales de los mineros, lo llevó a hablar con el gobernador Néstor Kirchner para hacerles presente sus reclamos ante la empresa YCRT SA, para que regularizara los salarios adeudados desde octubre anterior.

Este pantallazo de su obra y de sus ideales, es una muestra suficiente de su cultura, de su inteligencia y sobre todo de su preocupación pastoral. Lamentablemente su precaria salud y un incipiente problema de Parkinson lo fueron desgastando, sin contar con que encontró tal vez, poco apoyo en algunos de sus colaboradores, entre los cuales, hubo quienes explotaron su amistad, para beneficiarse personalmente.

 

La pascua

El Papa Benedicto XVI aceptó su renuncia al gobierno pastoral de la Diócesis de Río Gallegos el 25 de octubre de 2005, con 75 años y 9 meses de edad, según lo estable el Derecho Canónico.

Desde ese tiempo, residió en la Casa Artémides Zatti de Buenos Aires.

Murió en Buenos Aires, el 6 de junio del 2014, a los 84 años de edad, 67 de profesión religiosa, 57 de sacerdocio y 22 de obispo. Fue inspector de la Inspectoría Nuestra Señora del Rosario en entre 1979 y 1985 y entre 1991 y 1992. Fue Obispo de Río Gallegos de 1992 a 2005.

 

Figura y talla moral

Podríamos afirmar que sus brillantes dotes intelectuales y su paternidad espiritual, manifiestas especialmente en la bondadosa acogida de todos los que se le acercaban, constituyeron en centro de su semblanza espiritual.

Terminemos apuntando su gran devoción y amor marianos. La Virgen de San Nicolás, fue su devoción preferida.

María Inés Torra, su secretaria y amiga durante 14 años en la Diócesis de Río Gallegos, relató en el sepelio que durante la última charla que tuvieron juntos, cuando ya el Parkinson le impedía comunicarse, le dio a entender que deseaba ser enterrado en el Santuario de la Virgen de San Nicolás, por ser un lugar de oración y por ser él mismo muy devoto de la Virgen.

El 11 de abril del 2019 sus restos fueron trasladados al Santuario de la Virgen de San Nicolás, acompañados por el Obispo de Río Gallegos, Mons. Jorge Ignacio García Cuerva y por la gobernadora Alicia Kirchner, junto con gran cantidad de sacerdotes ordenados por él.

Durante la celebración de la Eucaristía, Mons. García Cuerva destacó todo lo que había escuchado decir a la gente que lo conoció, sobre el especial don de paternidad que tenía Mons. Alejandro y cómo sabía escuchar a todos siendo un padre para muchos.

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