Mensaje del P. Manolo

8 de diciembre de 2025

¡Un abrazo entrañable a todos mis hermanos, a los jóvenes de nuestras presencias, y a tantas y tantos laicos con quienes compartimos carisma y misión!

El pasado 3 de diciembre, cerca de las 9 de la mañana recibí una llamada que vino a cambiarme “un poco” los planes: El Rector Mayor me pidió ser el próximo provincial de nuestra querida inspectoría Ceferino Namuncurá, de Argentina Sur. Con algo de inconciencia y mucho de confianza –en ustedes y en Dios– me puse a disposición para acompañar y animar, desde este servicio, a partir de febrero de 2026.

Hoy, en este 8 de diciembre, día tan querido y significativo para nuestra familia, les dejo este mensajito para el “Animándonos”.

En primer lugar, deseo agradecer de corazón tantos y tantos saludos, mensajes, llamaditas… que llegaron en estos días: pequeños gestos que alientan mucho y demuestran la comunión que nos hace parte de un mismo sueño-proyecto-carisma. A toda la gente les dije lo mismo que ahora les reitero: ¡Cuento con sus oraciones!

En segundo lugar, me gustaría aprovechar este espacio para compartirles lo primero que me viene al corazón en estos momentos:

Soy consciente de mis numerosos límites ¡Ya van a tener tiempo de constatarlos! Pero confío mucho en que quien empezó esta obra la llevará a su término. Sólo desde la  confianza en Dios puedo decir que sí a un servicio tan delicado y complejo como éste. A esto se une la confianza que tengo en ustedes, porque estoy convencido de que la animación inspectorial requiere un intenso trabajo de equipo en constante comunión. Esto me hace aumentar mucho mi “zona de confianza”.

Hay mucho que no conozco de la realidad inspectorial actual en Argentina Sur. He reingresado a mi tierra hace menos de tres años, luego de trece años por el norte de Argentina y por Perú. Me he ido asomando de a poco en este tiempo, pero siento que tengo que conocer mucho más. Creo que este cierto desconocimiento me ayudará a ver con ojos renovados, con mirada de Reino, y que la primera tarea que me espera será la de visitar, conocer, escuchar… contemplar. 

Le pediré a Gabriel, nuestro regional, que me envíe una síntesis de lo que la consulta a los

hermanos y a los directores laicos ha dicho acerca de los desafíos de nuestra comunidad

inspectorial y lo que esperan del nuevo P. Inspector. Mi deseo es poder responder (dentro de mis posibilidades) con la mayor disponibilidad y compromiso a estas sugerencias, que se

convertirán en verdaderas invitaciones que Dios me hace a través de ustedes.

Junto a esto, las opciones inspectoriales, más el último Capítulo General, el camino de la Iglesia y de toda la vida religiosa nos siguen indicando un horizonte claro para seguir consolidando el camino desde una experiencia de verdadera sinodalidad inspectorial que busca escuchar lo que Dios nos pide en la realidad de nuestro pueblo y, en especial, de la juventud: nuestra patria bendita.

Una cosita más. El día en que me comunicaron mi elección ha sido el de san Francisco Javier, patrono de las misiones, justo en los días previos a la culminación de la memoria de los 150 años de las misiones salesianas. Creo que esto se convierte también en una invitación a acompañar de manera decidida la conjugación vital y pastoral del verbo “relanzar”, el más importante de los tres que nos han acompañado en este año tan especial.

En tercer lugar, quiero agradecer de corazón a Darío, nuestro actual inspector, y a su equipo de animación y gobierno por todo lo que han acompañado y animado en estos años. No han sido tiempos fáciles. Baste recordar que su servicio comenzó cuando arrancaba la pandemia. No podemos negar que lo dejó todo entre nosotros, tanto que su salud le pasó factura más de una vez.

Con mirada clara nos ha ofrecido un rumbo y orientación a partir del fruto de nuestros discernimientos comunitarios (como el CI4). Con cercanía de hermano y de padre, ha sabido estar, acompañar y abordar situaciones personales e institucionales. Nos ha ofrecido momentos lúcidos de reflexión y comprensión de los tiempos que nos tocan vivir y sus desafíos más urgentes. Se ha entregado con generosidad y cariño en todo lo que pudo… la lista sigue, y sé ustedes podrían ayudarme a completarla con sus propias vivencias en este sentido. Por todo esto me uno a todas y todos ustedes para decir de corazón: ¡Muchísimas gracias, Darío querido, por todo lo que nos brindaste en estos años de servicio, animación, entrega y acompañamiento!

¡Y muchas gracias a todas y todos ustedes!

Le pido confiado al Peñí Ceferino que me cubra con el poncho de su intercesión para vivir este mandato desde su misma clave existencial y creyente: “ser útil a mi gente”. Y que la Inmaculada-Auxiliadora, toda de Dios y siempre disponible a dar una mano, nos arrope con su manto y nos siga indicando el camino de ese sueño misionero que nos hace soñar y optar.

¡Un abrazo fuerte y sostenido en papá don Bosco!

Con mucho cariño…

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