El sacerdote de tu parroquia está siempre a tu disposición. Para dar la misa, visitar a un enfermo, hablar con quien no tiene quien le escuche y un montón de cosas más. Pero no es un superhombre. Es una persona que, como todos, también se siente a veces solo. En esos momentos de soledad tu puedes hacer mucho por él. Escúchale, visítale, sonríele. Lo necesita.
“El cansancio de los sacerdotes… ¿Saben cuántas veces pienso en él?
Los sacerdotes, con sus virtudes y sus defectos, desarrollan su labor en tantos campos… De la catequesis a la liturgia, de la caridad a los compromisos pastorales e incluso administrativos.
Y ante tantos frentes abiertos no se pueden quedar parados después de una desilusión, rendirse ante las dificultades o dejarse vencer por su fragilidad.
En esos momentos es bueno que recuerden que la gente quiere a sus pastores, los necesita y confía en ellos.
Recemos juntos para que los sacerdotes que viven con fatiga y en la soledad el trabajo pastoral se sientan ayudados y confortados por la amistad con el Señor y con los hermanos.”
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