¿Cómo te imaginas la animación y la acción pastoral después de la pandemia,
teniendo presente la situación de los barrios y familias que acompañan?
Me atrevo a pensar que este momento de pandemia y aislamiento social fue una carta de oportunidades para animarnos y despertarnos como “buenos cristianos y honestos ciudadanos”, ya que si bien el contexto que nos atravesó, nos sacó de nuestra zona de confort, rompió también con nuestras rutinas y con lo que estábamos cotidianamente acostumbrados; tuvimos que replantear(nos) y reinventar los espacios y lugares en los que animamos y compartimos la vida. Toda esta situación despertó en mí el gran deseo de estar cerca, de escuchar de primera mano las realidades de las familias que acuden a nuestras comunidades por alguna necesidad. De hacer presente a ese Jesús amigo, que acompaña, que está, que se conmueve con lo que viven las personas que se encuentran a su alrededor, pero sobre todo, a ese Jesús que se interesa por los otros y otras.
Me imagino que toda animación o acción pastoral que vayamos a realizar como agentes pastorales debe ser de ahora en más, más humana, más cercana. Tratando de cuidar y respetar “la vida como viene”. Sabiendo y siendo consciente, de que no solo vamos a encontrarnos con Jesús en un sagrario –más ahora que muchos templos aún siguen cerrados- sino que también podemos encontrarlo presente en esa persona que acompañamos, en ese hermano que hoy se encuentra sin trabajo, en esa familia que espera ese alimento y en todos aquellos que tan solo necesitan de nuestra presencia, de alguien que los escuche sin juzgar y los acoja con cariño.
Romina Saldivia
Don Bosco Río Grande
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