Por Agustín Camiletti SDB
En septiembre de 2023 recibí la invitación para formar parte del Sínodo Salesiano de Jóvenes, un acontecimiento con el que la congregación quiso celebrar los 200 años del sueño de los 9 años de Don Bosco.
No he podido sino leer esta invitación como un privilegio, un regalo, una gracia del amor insondable y misterioso de Dios y un obsequio de Don Bosco.
El pasado mes de agosto tuve la oportunidad de compartir dicha experiencia con 264 jóvenes de 90 nacionalidades, con culturas y lenguas distintas, todos con una gratitud y amor desbordante por Don Bosco y un gran compromiso con su obra. También pude disfrutar de compartir tareas y el acompañamiento de estos jóvenes con salesianos y salesianas, religiosos y laicos de todas partes, en sintonía de espíritu más allá de nuestros diferentes contextos culturales.
Fui testigo, y a la vez protagonista, de semejante revelación del fruto de los alcances y riquezas con los que el carisma de Don Bosco se expresó y nutrió en cada territorio. Además de ser un gran regalo, es a la vez una invitación a encontrar los medios y mediaciones necesarias para que esto siga siendo una realidad, favoreciendo que el Espíritu Santo siga multiplicando su acción transformadora.
El encuentro se desarrolló entre Valdocco, Turín e I´Bechhi (Colle Don Bosco). Los lugares de Don Bosco, donde todo nació: estar en su casa, en el prado de los sueños, caminar juntos a la casa de Domingo Savio, estar en el patio del primer oratorio, recorrer las calles de las periferias del Turín de aquel entonces. Ha sido realmente impactante estar con los jóvenes en la habitación de Don Bosco, rezar allí por largo tiempo. Verlos llorar, rezar, escribir, cantar, permanecer en silencio largas horas intentando poder comprender tal sobrecogedora experiencia y cercanía con aquello que ya era cercano para todos nosotros, pero experimentado en otras latitudes, en otros patios, y estar por fin allí, desde donde todo comenzó.
Guardo en mi corazón historias, rostros, gestos, momentos de profunda emoción y por sobre todo de mucha, mucha alegría. Compartirlo de modo más cercano con los jóvenes de nuestra inspectoría, Santiago y Vanesa, y los de toda Argentina y América Latina, le dio un tinte muy especial de mucha fiesta. Juntos celebramos los 209 años de Don Bosco en su casa, y como acontecimiento histórico fuimos parte de la misa de clausura del encuentro en la que el Cardenal Ángel Fernádez Artime finalizó su servicio como Rector Mayor. Otro gesto significativo del don y de la riqueza del carisma para toda la Iglesia.
Los llevé en mis oraciones. Pasé casas, nombres, experiencias, grupos, comunidades, intenciones particulares y generales de aquellos sueños, necesidades, dolores que, como Inspectoría, nos desafían y que tenemos entre manos en nuestras preocupaciones y agendas cotidianas.
Pronto nos llegará el documento con la síntesis de lo que los jóvenes han trabajado en el Sínodo, como así también de quienes los acompañamos. Veremos la mejor forma de darle difusión en nuestra Inspectoría que desarrolla, de manera creativa a lo largo de todo el territorio, tan ricas y vivas experiencias juveniles.
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