El 7 de noviembre fue un día de profunda alegría para la familia salesiana de San Carlos de Bariloche. En el marco de los 150 años de la llegada de los primeros misioneros salesianos a la Patagonia, el Colegio Don Bosco fue sede de un gran encuentro que reunió a alumnos, docentes y familias del propio colegio junto a las comunidades de las otras Instituciones pertenecientes a las Damas Salesiana: Colegio Ceferino Namuncurá, CENS Salesianos de la Patagonia, Centro de Formación Integral Don Bosco, Jardín Maternal Virgen Niña/Juanito Bosco y el Gimnasio Newenche , como así también al Colegio María Auxiliadora y los Exploradores de Don Bosco. Acompañando este encuentro estuvieron los queridos salesianos Padre Enrique Lapadula y Padre Pedro Narambuena, quienes animan con su presencia el camino de la fe en estas casas.
Esta celebración fue el fruto de un camino compartido durante todo el año, que nos permitió reencontrarnos como comunidad, fortalecer lazos y reconocernos parte de una misma familia, heredera del sueño de Don Bosco en los “confines del mundo”. Cada encuentro previo fue un paso más para vivir con auténtica alegría salesiana este momento de comunión.
Desde temprano, docentes y colaboradores se reunieron para preparar con entusiasmo el gimnasio del colegio, que pronto se llenó de risas, canciones y el inconfundible ambiente de oratorio. La bienvenida estuvo a cargo de Verónica Martín, Dama Salesiana y directora del Colegio Don Bosco, y luego Juan Carlos Cavallera, director de la Casa de las Hermanas de María Auxiliadora, nos ofreció un repaso histórico que recordó los comienzos de la misión en la Patagonia.
El nivel secundario del Colegio Don Bosco presentó una emotiva dramatización sobre la llegada de los primeros misioneros, acompañada por un video institucional donde la voz de Don Bosco evocaba su sueño y su esperanza hecha realidad en la vida de tantos niños y jóvenes.
El punto central de la jornada fue la celebración eucarística presidida por el Padre Enrique “Lapa” Lapadula, junto al Padre Pedro Narambuena. En su mensaje, invitaron a agradecer, repensar y relanzar la misión salesiana, renovando el mismo espíritu que movió a Don Bosco a evangelizar y educar con pasión. Como gesto simbólico, se bendijeron y entregaron árboles autóctonos para que cada comunidad los plante y continúe “sembrando esperanza” en este año jubilar.
La fiesta continuó con el Don Bosco Bandas Fest, donde grupos de alumnos de distintos colegios llenaron de música y alegría el gimnasio, recordando que “una casa sin música es como un cuerpo sin alma”.
Por la tarde, el espíritu de celebración se extendió a las distintas casas, con nuevas misas y encuentros. La jornada culminó con una peña junto a las escuelas de adultos y de oficios, en un ambiente de gratitud y emoción compartida.
Fue, sin duda, una fiesta de familia, de esas que hacen presente el sueño de Don Bosco y renuevan la certeza de que, en esta misión que sigue viva en la Patagonia, “estamos todos”.






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