Luego de la celebración de la misa en el día de la memoria litúrgica del beato, en que se conmemoraron los 139 años de su nacimiento, el martes 26 de agosto, se daba inicio a las 55° peregrinación de fe al Chimpay. La actividad siguió a partir del viernes 29, con la llegada de los primeros ciclistas y jinetes, hasta el domingo 31 de agosto, bajo el lema “Con Ceferino caminamos juntos, peregrinos de esperanza”. Este año, todas estas celebraciones se llevaron adelante en el marco del Jubileo de la Esperanza y de la conmemoración de los 150 años de la llegada de la primera expedición misionera salesiana a la Argentina.
El sábado 30 los peregrinos llegaban en bicicleta, a caballo, en caravana de autos y a pie. Gente de varios lugares de la Patagonia y, también, muchos llegados desde el norte del país y de Buenos Aires. Esta vez, entre lloviznas y chaparrones. Sin embargo, el clima no atemorizó a los peregrinos que durante todo el fin de semana se acercaron a la ermita que contiene la imagen tallada en madera del beato mapuche, revestida con los ponchos que a lo largo del año le deja la gente como ofrenda.
Al final del día, en el santuario del Parque Ceferiniano, se realizó una adoración juvenil animada por los jóvenes de la diócesis de Viedma.
El domingo 31 de agosto amaneció con lloviznas. Pero el agua paró y se llevó adelante la rogativa mapuche en el cerro de la Cruz del Quinto Centenario (sobre la Ruta Nacional 22). Luego, se dio paso a la bendición del fuego, al pie del cerro, mientras la banquina de la ruta comenzaba a llenarse de peregrinos. A las 9 de la mañana, la multitud comenzó a peregrinar hacia el Parque Ceferiniano, al que arribaron luego de recorrer un poco más de 4 kilómetros en dos horas de caminata. A las 11 comenzó la misa sobre un altar que se preparó al aire libre, al lado de la ermita.
La celebración fue presidida por el arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Mons. Marcelo Colombo, y concelebrada por los obispos Esteban Laxague SDB (Viedma) y Juan Carlos Ares (San Carlos de Bariloche), y por sacerdotes que se acercaron de distintas partes de la región y del país. Entre ellos, estuvo concelebrando el párroco de Chimpay, P. Antonio “Tono” Sánchez Lara SDB, y el postulador de la causa de canonización de Cefeirno Namuncurá, el P. Pedro Narambuena SDB, junto con varios salesianos de las comunidades de la zona y de sacerdotes del clero.
En la homilía, el arzobispo de Mendoza aseguró: “En la evocación de Ceferino no podemos olvidar su deseo de servir a su gente. Esta decisión lo llevó a partir a tierras lejanas, primero a Buenos Aires para formarse en los estudios iniciales, después a Roma, para curarse de las dolencias que lo afectaban y limitaban en su salud”.
Y sostuvo sobre el lirio de la Patagonia: “Frente a tantos proyectos individualistas, llenos de aspiraciones desmedidas y que poco consideran el valor de los demás y la disponibilidad para ayudar y sostener a los más necesitados y frágiles, la conciencia de ser útil a su pueblo de Ceferino nos anima. Los voluntariados, los servicios de la catequesis en barrios y comunidades parroquiales, la caridad concreta de Caritas argentina en su presencia capilar a lo largo y ancho de la patria, son expresión de ese “ser útil a la gente” que guió la vida de aquel pequeño aborigen que se enamoró de Cristo y quiso vivir su propia entrega al servicio del Señor y su pueblo”.
“En la Iglesia argentina Ceferino es patrono de la pastoral de adicciones —indicó el arzobispo—; su identificación con Jesús nos invita a acompañar todos los esfuerzos para cuidar la vida amenazada de tantos hermanos adictos que desean salir de su situación. Una mirada meramente policial y judicial de la problemática de las adicciones, nos deja sin herramientas para afrontar este flagelo que deja a generaciones de jóvenes en la frustración y el sinsentido de la vida, además de poner en peligro su salud y la de su familia”.
Y pidió al beato Ceferino que interceda ante Dios “para que se detengan esos verdaderos
signos de muerte que son el recorte de los aportes a los centros de prevención y recuperación de adictos, así como la omisión y el retardo de las cuotas convenidas para el
sostenimiento de los centros que en condiciones muy precarias todavía están funcionando”.
La homilía completa del arzobispo Marcelo Colombo puede leer aquí:
Al final, el obispo anfitrión, Mons. Laxague, entregó dos ponchos a algunos peregrinos, como obsequio simbólico. El primero fue para el P. Luis García, de la Catedral de Viedma, que acompaña los Hogares de Cristo de la capital rionegrina. El segundo, para el obispo Ares que llegó a Chimpay con un grupo de jóvenes peregrinos de San Carlos de Bariloche.
A pesar del frío, del viento y de las lluvias, cientos de personas pasaron por el Parque Ceferiniano para saludar al beato mapuche, tocando la escultura de madera y acariciando su poncho. Una vez más, Chimpay fue testigo de la fe sencilla de la gente.
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