Por Thiago Duarte
Mi invitación al voluntariado siempre lo sentí como un llamado de Jesús amigo a vivir una experiencia de servicio completamente en Él. Con muchas preguntas y dudas fui discernir mi decisión, hasta llegar a lo que vivo hoy y que dia a dia voy reafirmando, al sentir el amor de Dios regalándome momentos que subrayo en mi camino.
La vida en comunidad, la vida compartida con otros, la oración con tantos hermanos y hermanas me ayudan muchísimo a saber que no estoy solo. Y ni hablar de todos aquellos en quienes descubro a Cristo y que se vuelven apoyo en esos momentos en que la distancia o dificultades hacen pesar un poco la mochila. Le agradezco a Tata Dios por el regalo de esas amistades tan lindas y sinceras.
Mi experiencia vivida en mi casa de origen me formó como el educador que soy hoy, en los modos de acompañar y de escuchar, la mirada atenta y a involucrarme entre los pibes, pero en Zapala voy aprendiendo un ciento de otras cosas que atesoro en el corazón, la valoración de la amabilidad y hospitalidad, la paciencia de caminar con mis hermanos sin correr, aprendí la importancia de saber y tener presente de dónde uno viene.
El batallón, el oratorio, mis hermanos con quien vivo y hasta las señoras de la parroquia me han enseñado que lo mas valioso en la vida es hacer las cosas con amor. Me han hecho sentir uno más dentro de la comunidad y creo que sin darse cuenta tejieron una red que me sostiene profundamente
Aprendí nuevas formas de rezar, descubrí más de Dios. Vivo en mi experiencia de voluntariado un discernimiento vocacional donde hago opción por el llamado de Dios, una experiencia que me llena de alegría el saber que Jesús me acompaña, que me llama a su encuentro a veces saltando, bailando y cantando… pero otras veces abrazando lo que duele hasta convertirlo en amor.
Hoy puedo decir que en mi voluntariado descubrí que servir es dejar que Jesús viva en mí, que no importa que doy sino lo que soy.
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