“Afafán”, el grito de la rogativa mapuche que expresa alegría, entusiasmo y aliento

En el marco del año jubilar que celebra la Congregación Salesiana, en Argentina, primer lugar donde llegaron los salesianos enviados por Don Bosco fuera de Italia, se llevaron adelante distintas actividades en la Casa Salesiana de Junín de los Andes, acompañados por el Cardenal Ángel Fernández Artime SDB: el Retiro de Jóvenes de América y las celebraciones interculturales en el Santuario y en el kultrum, en el paraje San Ignacio.

Las celebraciones interculturales se llevaron adelante con la presencia del Cardenal Ángel Fernández Artime SDB, proprefecto del Dicasterio para la Vida Consagrada de la Santa Sede; de Mons. Fernando Croxatto, obispo de Neuquén; Mons. Esteban Laxague SDB, obispo de Viedma; P. Darío Perera SDB, Padre Inspector de la Inspectoría Salesiana Beato Ceferino Namuncurá, de Argentina Sur. También acompañaron integrantes del Equipo Diocesano de Pastoral Aborigen de Neuquén (EDIPA) y del Equipo Nacional de Pastoral Aborigen del Episcopado (ENDEPA).

La segunda actividad, en el marco de las celebraciones interculturales con la comunidad mapuche fue el lunes 17 de noviembre. La jornada inició temprano en el paraje San Ignacio. Hasta allí llegaron el centenar de jóvenes de América que estaba participando del Retiro, como los cientos de peregrinos que llegaron de distintas ciudades de la Patagonia y de Buenos Aires para las celebraciones interculturales. Recibidos por la familia Namuncurá, se inició la peregrinación hacia el Kultrum. Adelante iba la escolta de jinetes. Detrás, los restos del P. Antonio Mateo (1929-2021), salesiano misionero español que por más de 40 años vivió entre los mapuches y fue uno de los propulsores de que los restos de Ceferino Namuncurá vuelvan a las tierras de su familia.

Luego de la caminata de casi 3 kilómetros, en la explanada frente al kultrum se realizó la rogativa mapuche. Primero, se llevó la urna con los restos del P. Antonio Mateo al altar de piedra al aire libre. Invitando a todos los peregrinos a mirar hacia el este, punto por donde sale el sol como lugar de renovación, de esperanza y de conexión con el mundo espiritual, en mapudungun, la comunidad mapuche inició la rogativa. Al grito de “afafán” —que expresa alegría, entusiasmo y aliento, utilizado comúnmente durante sus ceremonias— dio inicio a esta celebración que, en la espiritualidad indígena, es un espacio de comunión con la trascendencia: hay una comunicación directa con la trascendencia, hay una comunicación directa con los hermanos, hay una comunicación directa con la Creación y con la tierra, y hay una comunicación directa consigo mismo.

Luego de haber tomado la palabra los distintos referentes de la comunidad mapuche y de recordar al P. Mateo como un hombre sencillo, de fe, que se desvivía por su gente, habló el  Cardenal Ángel Fernández Artime: “Era el 15 de septiembre de 2009 cuando puse por primera vez mis pies en Argentina —recién había sido nombrado primer Padre Inspector de Argentina Sur y asumiría el 31 de enero del año siguiente—. En aquel momento, el P. Vicente Tirabasso, aquí presente, me hablaba de las conversaciones con ustedes para traer a Ceferino Namuncurá a su tierra. El día 2 de enero de 2010, visité por primera vez Junín de los Andes y visité esta tierra sagrada, donde rezamos en el kultrum. El sueño de ustedes se había hecho realidad. En esos casi 5 años de Padre Inspector en Argentina Sur, me encontré varias veces con el P. Mateo, misionero español, de Salamanca, tierra de frío, trabajador, sufrido, como son ustedes. Tantas veces me manifestó cómo amaba esta tierra, a este pueblo… Él siempre me dijo que quería reposar allí, en esa capilla de la comunidad. Un detalle más, en aquel 2 de enero, pude conocer, saludar y entrar en la casa del lonco vitalicio Celestino Namubcura. Pude conocerlo, apreciar la autoridad moral de un gran hombre y entender qué significaba ser un Namuncurá”. 

Por su parte, el Padre Inspector, afirmó: “Quiero agradecer al pueblo mapuche que siempre nos acoge con tanta calidez. Yo tuve una charla muy extensa y muy bonita con él, cuando el P. Antonio Mateos estaba en la Casa de Junín de los Andes. Y pude percibir en él esa entrega incondicional y el amor inmenso que tenía por el pueblo mapuche. Algo bonito que me compartía era todo lo que sentía y había aprendido de la espiritualidad mapuche. Y tuvo un gesto muy bonito conmigo: me relegó el breviario que él usaba cuando se iba a misionar, de un solo tomo. Por eso, es un lindo gesto el poder traer los restos del P. Mateo a donde él quería estar. Y que esto sea en el contexto de la conmemoración de los 150 años de la llegada de los misioneros salesianos a nuestras tierras, porque en el P. Mateo reconocemos a tantos misioneros que han caminado y han entregado su vida en la Patagonia”.

Al finalizar la rogativa, la urna se trasladó al interior del kultrum, donde la veneraron todos los peregrinos. Pasado el mediodía, un comitiva de la familia Namuncurá con algunos salesianos de Junín de los Andes, llevaron la urna a la capilla de San Ignacio, cumpliendo así el deseo del P. Antonio Mateo de quedarse, para siempre, con los mapuches.

Bajo el lema “Dar gracias, repensar, relanzar”, durante todo este año la Congregación Salesiana viene haciendo memoria agradecida en el 150 aniversario de la llegada de los salesianos a la Argentina, para llegar a la Patagonia y así ir concretando los sueños proféticos de Don Bosco.

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