Para muchos de nosotros, la pandemia, nos ha desafiado a hacer uso de los recursos tecnológicos como no lo habíamos hecho hasta el momento e inaugurar nuevas experiencias.
Fue así que allá por el mes de julio nos preguntamos si sería posible encontrarnos por alguna plataforma virtual con las comunidades de Algarrobo del Águila y La Humada que se encuentran a 180 km y 260 km de Victorica, sede de la misión en el oeste pampeano.
Lo charlamos con los hermanos y hermanas de las comunidades y nos animamos a empezar. Sorteando varias dificultades de conectividad, de manejo de los recursos tecnológicos, comenzamos a encontrarnos los viernes por la tarde cada quince días, para leer juntos la Palabra del domingo y compartir la vida con su compañía.
Dado que las condiciones epidemiológicas se lo permitían , la comunidad de La Humada, decidió encontrarse presencialmente en la casa de la Capilla Santa Teresita y de esa manera salir al encuentro.
Y como suele suceder, luego se sumaron hermanos y hermanas de Real del Padre (Mendoza) y otros amigos. Todos con hambre de fraternidad, y con el deseo de aprender juntos a leer la propia vida, para vivir con mayor plenitud.
Por septiembre se nos ocurrió que sería bueno poder sumar a la ronda al equipo de animadores de celebraciones de la Presencia de General Pico que se encuentra a 196 km de casa. Los invitamos y con mucho gusto también se sumaron a compartir la Palabra.
Lo que al principio era cada quince días, comenzó a ser una cita de todos los viernes.
Agradecemos el poder encontrarnos, compartir nuestras búsquedas y la sabiduría que cada uno va cosechando en su propia vida junto a la experiencia de las primeras comunidades. No faltan los momentos de felicitarnos porque logramos conectar el audio o la cámara. Al igual que reírnos juntos con los ladridos de alguna de nuestras mascotas, o de cuando se nos escapan conversaciones con algún miembro de la familia por no tener muteado el micrófono. Ni hablar de las peripecias que a veces hacemos cuando alguno no se puede conectar y combinamos encuentros por Zoom con video llamadas por whatsapp.
Aprovechamos cada encuentro para compartir alguna pregunta , en pequeños grupos con mayor intimidad y luego hacemos resonancias en la sala grande.
Sin saber por cuánto tiempo seguiremos haciendo esta experiencia, durante estos meses vamos dejándonos sorprender y conmover por la vida puesta sobre la mesa con sabor a evangelio en medio de nuestro trajín cotidiano. Casi sin darnos cuenta, se nos pasa la hora y media de encuentro y nos quedamos con ganas de seguir rumiando lo compartido.
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