A los 140 años de la Primera Expedición Misionera de las FMA

El 14 de noviembre de 2017 la comunidad Inspectorial y las Directoras de la Inspectoría “Nuestra Señora del Cenáculo” de las Hijas de María Auxiliadora (FMA), se reunieron frente al antiguo puerto de Génova, en una barcaza cerca del famoso acuario, para conmemorar una fecha histórica: el 14 de noviembre de 1877, el gran día que llevó a las FMA más allá de Europa, hacia América, trasplantando de esta manera el carisma de Don Bosco y de Madre Mazzarello.

Ir más allá de los límites para conocer nuevos pueblos y culturas fue una característica y un estilo propio de las primeras comunidades de las FMA, ansiosas por llevar al mundo el anuncio más asombroso: la ternura del Dios-Amor.

Con la bendición del Santo Padre, Pío IX, el 9 de noviembre de 1877, y la protección de María Auxiliadora; las primeras misioneras afrontaron al gran viaje. “Las hermanas parten con un equipaje especial: una confianza total en Dios, con la alegría de proclamar el amor de Jesús, con la humildad para aceptar nuevas costumbres y nuevas culturas y con la voluntad para vivir sacrificios. Las religiosas saben que deben afrontar, si la situación lo requiere, la Cruz y el martirio, con la única convicción de que cuando Dios pide: ¡lo pide todo! “(Crónica II, pp. 276-291).

Desde aquel puerto partió la primera expedición misionera de las FMA, y que fue el inicio una gran historia. Desde ese puerto comenzó una página de la historia que todavía continúa escribiéndose por parte de muchas FMA en 93 países de todo el mundo.

Parten las primeras seis Hijas de María Auxiliadora: Sor Angela Vallese, 23 años, Sor Giovanna Borgna de 17 años, Sor Angela Cassulo, 25 años, Sor Angela Denegri, 17 años, Sor Teresa Gedda 24 años y Sor Teresa Mazzarello, 17 años. Llevan a las misiones el Espíritu de Mornés, cruzan el océano y llegan al desconocido “nuevo mundo” donde regalan alegría y esperanza a una multitud de niños, jóvenes, hombres, mujeres, familias…

La Superiora General del Instituto Madre Yvonne Reungoat, escribió en este aniversario: “Quien sigue a Jesús está siempre en movimiento, no puede llevar una vida cómoda y sedentaria. El fervor, el fuego del Espíritu, cuando está encendido se ve, funciona y atrae. Las vocaciones misioneras solo pueden surgir donde está el fuego ardiente, donde vibra el espíritu del universo, como en la Madre de Mazzarello y en la primera comunidad de Mornés. Este fue el secreto de la expansión de nuestro Instituto y de muchos otros Institutos en la Iglesia”.

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