Franco nació en Sedegliano, Udine (Italia), el 20 de enero de 1940. Transcurrió el noviciado en Chieri y el 16 de agosto de 1963 hizo su primera profesión religiosa. Llegó a la Argentina como misionero, comenzando la formación inicial en Fortín Mercedes. Realizó sus estudios de teología en La Crocetta (Turín). Fue ordenado sacerdote en Sedegliano (Udine) el 25 de abril de 1974.
Era profesor en Filosofía y Psicopedagogía y Bachiller en Teología por el PAS. Terminados sus estudios de filosofía y magisterio en Viedma, fue al trienio práctico en Bahía Blanca. Allí trabajó en La Piedad y el Colegio Don Bosco. Pasó luego al aspirantado de Fortín Mercedes. Luego como sacerdote, volvió a La Piedad y al Don Bosco para pasar posteriormente a Comodoro Rivadavia y a Neuquén. Volvió en otra ocasión a Viedma, Patagones y a Fortín Mercedes, colaborado también en las parroquias. Fue director en Comodoro Rivadavia, en la enfermería inspectorial en Bahía y rector de la Iglesia pública del Sagrado Corazón, anexa al Colegio Don Bosco y asesor de Gramisal.
Entre los jóvenes más necesitados
Su presencia salesiana entre los jóvenes fue significativa. En Bahía Blanca, todavía ahora, había muchos que lo recordaban de la época de alumnos y oratorianos. Es notable su predilección por los jóvenes pobres o en problemas. Sobre todo, sobresale un rasgo muy particular, que es su atención a los enfermos. Cuenta el P. Vicente Tirabasso que el P. Franco era capaz de pasar toda una noche con el chico necesitado y a la mañana siguiente, ya estaba listo para comenzar la jornada de clase. El P. Joaquín López Pedroza, siendo inspector, le escribía a Villa Regina en 2002: “Veo providencial tu presencia en Regina, dando respuesta a las necesidades formativas, afectivas y psicológicas de niños y adolescentes del Hogar. Estás previniendo, para que niños sin familia o semi abandonados, no desemboquen en la delincuencia o en el vicio”.
Todo aquel que conoce la obra de los Hogares de ORESPA, en Villa Regina, entiende fácilmente a qué se refiere el P. Joaquín. Terminaba diciéndole: “a vos la Inspectoría te confía la animación pastoral de estos pobres chicos y el seguimiento espiritual y personal, del Hogar Niño Jesús”.
Cualidades y dones especiales
Otro campo de trabajo salesiano con los más abandonados, fue el “proyecto de reeducación tóxico-dependientes”, en el que se había involucrado. El Padre Inspector, reconocía el estudio de la situación de la juventud en riesgo, que realizaba el P. Franco.
Todo esto muestra una faceta particular y original del padre Franco que es necesario valorar. El mismo P. López Pedroza reconocía: “los dones que Dios le había regalado, como el gran espíritu de trabajo, sacrificio, fidelidad a la oración, sensibilidad por los jóvenes en riesgo, disponibilidad y generosidad y capacidad organizativa”. Por estos motivos, fue enviado a Italia para participar de la experiencia de formación y actualización para la atención de jóvenes drogodependientes en las comunidades salesianas de Italia, organizadas en la Casa Madre de Turín, en 1998.
Después de ese encuentro, él mismo pidió inscribirse en el programa terapéutico, preparándose específicamente en una comunidad terapéutica de Italia por el plazo de un año, para poder animar en la Patagonia un programa terapéutico similar.
“Con mis luces y sombras”
En una nota dirigida al Padre Inspector, Franco señalaba: “estoy a disposición, con mis luces y sombras”. Evidentemente, él era consciente de sus luces, que no eran pocas y de sus sombras, que algunos señalaban, como cierta dureza de carácter. Es cierto, que había muchos que hablaban con admiración de él y señalaban los rasgos de su personalidad.
Por eso, en 1987, estando de director en Comodoro Rivadavia, el Padre Inspector le escribía: “agradezco tu generosidad y entereza. Procura formar un consejo asesor de laicos, para que te asesoren y los puedas consultar, igual que a los Hermanos Salesianos, de tu Comunidad. Así te respaldarán en todo y el proceso de animación, tendrá “tu sello característico de exigencia”, pero tomando decisiones con ponderación y calma. Así se evitarán “tensiones dolorosas”. Y terminaba diciéndole: “sabés cuánto te aprecian, tanto los chicos como los docentes. Sería una lástima que por tu “celo impaciente” quemaras hermosas y prometedoras esperanzas”.
Calvario y purificación
En 1992, el P. Juan Cabiale había sido nombrado director de la Casa de la Procura Salesiana de la Inspectoría de Bahía Blanca, en Buenos Aires, sobre la calle Laprida. Poco después, en 1995, dos muchachos entraron a robar y mataron al Padre Cabiale de un balazo. Pasado el tiempo el P. Franco Castellani fue nombrado Procurador y ya en la Casa de Laprida, sufrió otro atentado similar. Un muchacho entró a robar y le exigió dinero, estando él solo en el edificio. Después de esto, le asentó dos culatazos con el arma y huyó.
Si bien el accidente, a Dios gracias, no fue fatal, el golpe y el trastorno postraumático pasado, dejaron secuelas neurológicas y fisiológicas importantes en la personalidad del padre Castellani. Sumado esto, a algunos problemas con su familia de origen, en Italia y otras características congénitas de su personalidad que ya hemos señalado, dieron como resultado, ese carácter fuerte y en parte autoritario que le conocíamos, que fue su cruz y también su medio de santificación.
En resumen, fue un sacerdote de cualidades brillantes y de un carácter muy especial, que se destacó en el trato con los enfermos y en la pastoral de drogodependientes.
Después de un tiempo en Viedma y Fortín Mercedes, el P. Franco, residiendo en la Casa de Salud Artémides Zatti, de Bahía Blanca, murió el 11 de diciembre de 2020, durante la pandemia del coronavirus, contagiado de Covid-19.
Tenía 57 años de profesión religiosa, 46 de sacerdote y 80 años de edad.
Me despido de una gran persona y me llevo el mejor recuerdo de el
Te extrañare Rezare por ti Franco Q.E.P.D
Siempre te recuerdo querido Franco y te llevo en el corazón. Para mí fuiste un segundo padre. Rezó por vos. Q.E.P.D.