El Padre Roberto nació en Bahía Blanca, el 8 de diciembre de 1933. Sus padres fueron Enrique y María Neumann. Tenía cuatro hermanos, Mario, Elsa, Lidia y Elba, de los cuales, ésta última era religiosa, Hija de María Auxiliadora, en Bahía Blanca. Tuvo también numerosos sobrinos como Alejandro, Gabriel y María Rosa Lucarelli. Fue bautizado el 25 de noviembre de 1938 y recibió la Confirmación el 23 de mayo de 1943. En 1947 ingresó en el Colegio La Piedad de Bahía Blanca, pasando luego al Aspirantado de Fortín Mercedes. Fue novicio en Morón, donde recibió la vestición de manos de don Miguel Raspanti, haciendo su primera profesión el 31 de enero de 1952. Para los estudios teológicos fue enviado a Bollengo, Italia, donde se ordenó de sacerdote, el 24 de marzo de 1962.
Apostolado sacerdotal
Sus primeros años de ministerio sacerdotal los desempeñó en el Deán Funes de Comodoro Rivadavia, como consejero. Fue luego a Esquel como director, de 1974 a 1976, quedando luego allí mismo como consejero hasta el 1976. Pasa a Junín de los Andes y al San José Obrero de Neuquén. En 1983, va como misionero ambulante a Chos Malal y allí mismo, entre 1991 y 1993 fue director y párroco, posteriormente, encargado y párroco hasta 1998, en que va de misionero a Trelew. En 2004 fue párroco en Junín de los Andes y, años después, nuevamente en Chos Malal. Finalmente fue destinado a Zapala hasta su fallecimiento el 19 de noviembre de 2020.
Como vemos, durante gran parte de su vida pastoral, fue misionero ambulante y también tuvo oportunidad de ejercer su espíritu misionero, en los otros lugares donde estuvo. De hecho, en todas las fichas de encuestas de la Congregación, en las que se pregunta a cada salesiano qué puestos le gustaría ocupar, solía poner, “misionero”.
Entrega y trabajo por los pobres
Recordaba Mons. Marcelo Melani que en cierta ocasión el P. Roberto fue a visitar el aserradero de Lago Winer y volvió indignado por el régimen de poco descanso y malas condiciones económicas y de trabajo de los obreros. Roberto no podía estar sin hacer alguna obra concreta por los pobres.
Trató de mejorar la condición de las viviendas, que era muy precaria, pidiendo subsidios para esa obra, para comprar materiales para la construcción. Nunca faltaba en sus homilías el pedido de dinero y de ayuda de obreros municipales para hacer esos trabajos. Consiguió también pequeños telares para que las mujeres pudieran tejer en sus casas. Los telares eran construidos en la carpintería de los talleres Don Bosco. Posteriormente, las huertas y en Zapala hasta hizo un galponcito para tener las herramientas necesarias para construir camas.
En Chos Malal se iba perdiendo poco a poco la religiosidad popular, con la llegada de la TV y el secularismo imperante. Pero al P. Roberto, toda la gente lo miraba con afecto y reverencia, cuando pasaba por las casas. Él había bautizado, dado la comunión y confesado a todos ellos, durante muchos años.
Mons. Melani concluye su reseña afirmando que el P. Roberto fue un salesiano fiel a los jóvenes y a los pobres.
Dice Diego Fonseca, director general de la Casa Salesiana La Pieda, que Roberto Azzurro “sobresalía no sólo por su tamaño, sino también por su espíritu misionero”. Tenía una profunda espiritualidad. Su preocupación era que los pobladores del interior neuquino, conocieran a Jesús. Valoraba la religiosidad popular, sabiduría y presencia de dos entre los más pobres.
Entre los mapuches
El espíritu misionero de Roberto Azzurro tuvo ocasión de mostrarse íntegramente, en su trabajo entre las comunidades Mapuches. A pedido del P. Natale Vitali, visitador extraordinario para el Cono Sur, escribe al inspector comentándole que la comunidad mapuche merece una mayor atención. Con ese motivo, estando él en Chos Malal, proyectaba pasar un día por semana con las comunidades mapuches junto a un grupo de jóvenes para misionar allí. Por ejemplo, hablando de ese tema, le cuenta al Padre Inspector que tuvo oportunidad de compartir con la comunidad de Collipilli, su vida, su oración y su trabajo con los miembros de este grupo originario, en el que encuentra una buena respuesta.
Precisamente, para profundizar su espiritualidad misionera, tuvo la oportunidad de estudiar sobre el tema. Organizado por la Universidad Pontificia Salesiana (UPS) de Roma, el P. Roberto, junto con el P. Renzo Adami, fueron enviados para estudiar Misionología.
Construir fraternidad
En julio de 1999, el Padre Inspector de Bahía Blanca, Joaquín López Pedroza, escribe a la comunidad parroquial de Chos Malal, respondiendo al pedido hecho por muchos de sus feligreses de “considerar la posibilidad de regalarles de nuevo la presencia del padre Azzurro”. El Padre Inspector agradece así mismo, el afecto demostrado por la comunidad al Padre Roberto, que se lo ha ganado y promete tratar el tema del regreso del padre, en la reunión de Consejo Inspectorial.
El 31 de enero del 2007, fiesta de Don Bosco, el P. Vicente Tirabasso, nuevo inspector de Bahía Blanca, le pide al P. Roberto, junto con el deseo de renovar el amor inicial, incorporarse a la comunidad de Chos Malal. Allí, la misión del P. Azurro, para “construir fraternidad” y colaborar en la ejecución del proyecto comunitario de vida y acción de los salesianos. La idea era que trate de estimular que la parroquia de Chos Malal sea una verdadera parroquia misionera.
Los últimos pasos
Su estancia en apala fue también testigo de su declinar. La edad y los achaques, sumados a una sordera irremediable que él mismo había pronosticado como síntoma de su vejez, fueron haciendo que se acercara el final de este gran misionero. Como desencadenante de su deceso, se sumó también en los últimos días una infección del virus del Covid-19.
El P. Roberto Azzurro murió en Zapala el 19 de noviembre de 2020. Tenía 86 años de edad, 68 años de profesión religiosa y 58 de sacerdote.
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