Por Celina (Tili) Muñoz
Soy Exploradora de Don Bosco hace más de 10 años y gracias al movimiento y sus múltiples oportunidades pude conocer la vida en comunidad y lo que es misionar.
Un día cualquiera una persona me dijo “das mucho, sos el ejemplo de AMOREVOLEZZA y creo que quedarte en un solo patio se queda chico con vos”, ahí lo comprendí y lo pensé, aunque meses atrás ya se me había presentado la idea, con mucho miedo y entusiasmo dije SI al voluntariado y a seguir ese sueño.
Hace 6 meses que estoy en la Ciudad de Trelew-Chubut, esto me hizo conocer nuevos patios, nuevas personas, nuevas realidades, el vivir en comunidad y con personas que no conocías el cual es un desafío grande porque es adaptarse a lo desconocido pero también es mostrarse como uno es en realidad con una alegría genuina.
Reencontrarme a mí misma y volver a encontrar mi FE, ya que en el patio de donde vengo tuvimos que aprender a ver a Jesús en el otro entonces en cierto momento se empezó a dificultar eso para mí. Hoy puedo decir que siento su presencia en los demás pero también en mi misma.
Como digo soy fiel creyente que desde chica el movimiento fue y es mi hogar y como es mi lema “PARA ASÍ ILUMINAR Y ACOMPAÑAR A TODAS LAS PERSONAS A MI ALREDEDOR”, quiero ser esa persona la cual puede ser signo de amor y de escucha para las demás, que cuando alguien tenga una buena noticia me pueda contar y que cuando esté pasando por un momento complicado pueda ser refugio, que los pibes pueden venir a compartir un mate, un té, un café o simplemente hablar.
El fin de semana es el momento en donde tenemos que almorzar rápido, correr por todos lados y en donde la capilla está llena de jóvenes no importa la edad, en dónde recibo el abrazo y el “HOLA TILI” a los gritos, en donde terminó con cansancio pero con el corazón feliz, en donde la tarde se hace corta y las risas se hacen muchas, en donde cada columna y cada espacio es una historia diferente y cada pibe se la lleva en el corazón.
El Bata, Infancia, los oratorios son espacios en donde los jóvenes están presentes, la euforia del bata, la inocencia y la emoción de Infancia, la diversión del oratorio. Son cosas que sábado a sábado se viven a flor de piel.
En mi vivencia personal no todo es perfecto pero son más días buenos que malos, pero si no existieran los días malos ¿en dónde está lo real de todo esto?, así como estoy riendo también estoy llorando y como estoy feliz estoy triste, pero me siento segura sabiendo que estoy acompañada, tanto por la comunidad que me recibió y los amigos y vínculos que cree, pero también aprendí a ser mi propio refugio y mi propio hogar.
Todavía me queda mucho por aprender y me queda mucho por entregar.
El voluntariado es semana a semana, día a día, hora a hora, no todos los días son iguales y eso es lo emocionante de esto.






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