El lunes 7 de agosto, día litúrgico de San Cayetano, como se realizó en las parroquias dedicadas a este santo en todo el país, la comunidad de la parroquia salesiana San Cayetano, de El Frutillar, en el Alto de San Carlos de Bariloche, organizó la celebración para rezar por pan y trabajo.
Por la tarde, se realizó una procesión por el barrio y, al finalizar, el obispo local, Mons. Juan Carlos Ares, presidió la misa.
Según declaró a El Cordillerano, el párroco, el P. Enrique Lapadula, sostuvo: “La esperanza es una dimensión fundamentalmente cristiana. Para los pueblos antiguos, la historia equivalía a juntar las cosas del pasado, con el objetivo de aprender para el presente, pero no se pensaba en el futuro. La idea del futuro, de algún modo, la fue produciendo el pensamiento judeocristiano, con la promesa. Gracias a la esperanza, nosotros insistimos en que el futuro lo tenemos asegurado, porque Dios ha triunfado. Entonces, los católicos, no contamos con el derecho de ser apocalípticos ni estar amargados”.
Y reconoció: “Es cierto que, en el recorrido de la historia, hay instantes oscuros. Y ahora estamos viviendo momentos difíciles, con una sociedad muy materialista y la explosión de la tecnología. En nuestro país, además, se ve un resurgimiento barato de la derecha, que, a veces, parece que escupiera sobre valores que no se pueden discutir, ya que están más allá de las personas”.
“La esperanza también se trata de atravesar este período complicado, mirando a Dios. Pero eso no significa que Él haga todo solo, sino que hay que mostrar nuestro compromiso. La Iglesia, sin politizarse, tiene que ser capaz de proteger las cosas que deben defenderse”, dijo.
Por su parte, el obispo Ares, dijo a El Cordillerano: “Soy obispo de Bariloche desde hace algo más de dos años y, para mí, esta celebración representa un mayor conocimiento de la ciudad y de los barrios, donde veo mucha necesidad, en todo sentido”.
“Nosotros querríamos que la gente comiera en su propia casa, que el trabajo generara la dignidad de llevar al hogar el pan de cada día, no que se tuviera que ir a un comedor. Pero a veces eso no pasa y hay que paliar la situación. Esto sucede porque no hay trabajo y la gente tiene que comer”, declaró el obispo.
Y consideró: “En Bariloche veo muchas iniciativas de talleres y cursos a jóvenes en centros educativos o agrupaciones, como pueden ser los colegios de la Fundación Gente Nueva o lo que hacen las Damas Salesianas. Pero, después, el vínculo con el trabajo mismo no llega, no se concreta. No existe oferta laboral para dar; habría que ver cómo generarla. Hay muchos jóvenes que no consiguen alcanzar su primer empleo”.
“No quiero olvidarme de los problemas que están sufriendo las personas mayores. Más allá de cualquier discusión política, no puede ser que un jubilado tenga que decidir qué medicamentos tomar porque tiene que comer y no le alcanza para todo. Necesitan tanto los remedios como la comida. Sentimos eso como una demanda importante de nuestros mayores. Ellos son quienes tienen la sabiduría, y los pueblos que no piensan en sus ancianos tampoco tienen en cuenta el futuro”, denunció Mons. Ares.
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