Mensaje del Rector Mayor – Al final de la audiencia general del 30 de octubre, ante la cercanía de la solemnidad de Todos los Santos, el Papa Francisco se ha referido a las palabras de san Juan Pablo II, quien explicaba que estos días “nos invitan a mirar al cielo, meta de nuestra peregrinación terrena”. Estas palabras han sido pronunciadas por el Santo Padre en la plaza de San Pedro. En este año marcado por el Aguinaldo sobre el tema “La Santidad”, la Exhortación del Papa se convierte en una nueva invitación a vivir la Santidad cotidiana con los ojos fijos en el Cielo y los pies firmemente plantados en la tierra.
Me imagino que mucha gente, quizás incluso entre nosotros y ciertamente entre los jóvenes, habrá tenido la sensación de que la palabra “Santidad” sonaba un poco “extraña al lenguaje del mundo contemporáneo”, explica el Rector Mayor en el Aguinaldo 2019. Y, sin embargo, continúa, “hacerse santos es la primera y más urgente tarea del cristiano”.
Pero ¿qué significa decir: “La Santidad también para ti”? El Papa Francisco lo expresa de manera sencilla y clara en la Exhortación Apostólica “Gaudete et Exsultate”, cuando, después de afirmar que para ser santo no es necesario ser obispo, sacerdote, religioso o religioso, añade: “Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales” (GE,14).
De este modo, la santidad no es inalcanzable, sino algo verdaderamente al alcance de todos: algo que nos impulsa a convertirnos en la mejor versión posible de lo que Dios ha imaginado para cada ser humano. Y, al hacerlo, la santidad significa hacer su propia contribución personal a la construcción, ya en esta tierra, de una “civilización del amor”.
Cuando, en su carta de Roma del 10 de mayo de 1884, Don Bosco escribe a sus jóvenes: “Solo tengo un deseo, el de veros felices en el tiempo y en la eternidad”, subraya la unidad entre la felicidad de una vida “santa” en la tierra, con la bienaventuranza que se puede alcanzar en el cielo.
Los días del 1 de noviembre, con la celebración de los santos “reconocidos”, y del 2 de noviembre, con la memoria de los difuntos, sin duda, muchos han vivido “la santidad de la puerta de al lado”, por citar al Papa Francisco, se convierten entonces en una oportunidad para renovar su compromiso de “hacerse santos” en esta tierra, para disfrutar de la bienaventuranza celestial, con sus seres queridos, en el Paraíso.
Fuente: infoans.org
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