Mensajes de las Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana

Los participantes a las Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana -que concluyeron hace poco más de una semana- en este año marcado por la pandemia vieron como un signo de esperanza la participación de numerosas personas y grupos repartidos por todo el mundo. A través de la organización de una coordinación por regiones, se ha realizado una vasta red de comunión y de intercambio de contenidos e intenciones, con numerosas semillas de esperanza a través de propuestas concretas.

El continente americano ha destacado cómo la esperanza viene de Dios, que nos empuja a encontrarnos con los jóvenes más pobres y sus familias. La oración personal y comunitaria, signo del encuentro con Cristo, es escuela de esperanza para el anuncio del Reino, la denuncia de las injusticias y la promoción de la dignidad humana.

Desde España y Guinea Ecuatorial se destacó como el mundo y especialmente los jóvenes necesitan del aporte del carisma salesiano. Para ello es indispensable descubrir y vivir el Evangelio de Jesús de Nazaret como luz y fuente de toda acción pastoral, fortaleciendo la oración, la fe y la confianza en Dios.

La Familia Salesiana en la Región Asia Oriental – Oceanía, formada por 16 grupos que viven en 23 países, subrayó la necesidad de crecer en la unidad, cultivando la pertenencia y la participación en la misión común, sobre todo vivida como servicio y relación. Para ello es necesario mantener viva la fe en las situaciones y circunstancias cotidianas, mirando a los jóvenes no sólo como destinatarios de la misión de la Familia Salesiana, sino como fuente de inspiración.

Desde Asia Sur se reafirmó como prioridad la comunión entre los miembros de la Familia Salesiana con espíritu de apertura y perdón; Además, es urgente transmitir la experiencia de Dios a los jóvenes y ayudarlos a encontrar consuelo en la fe en Jesús. Para ello es necesario acompañar a los jóvenes y sus familias con escuelas de oración, sin dejar de unir las manos para aliviar el sufrimiento de los jóvenes pobres, con especial atención a los migrantes y la inserción laboral.

Desde Polonia confirman la importancia de tener relaciones con los demás: en familia, con los vecinos, amigos, especialmente a través del acompañamiento de los jóvenes, escuchándolos. Para que esto suceda, es necesario ser testigos abiertos, auténticos, de la cercanía de Dios.

Del continente de la esperanza, África y Madagascar, llega el mensaje de redescubrir la presencia de Dios en cada uno, aprendiendo a mirar la propia fragilidad no como un obstáculo, sino como disponibilidad de recibir a Dios en nosotros y al otro. Para ello es necesario no cerrarse, sino llevar la propia luz y unirla a los demás: la esperanza no es poesía, sino acción iluminada por la fe, que lleva a dar pequeños pasos cotidianos, con un corazón cristiano con colores salesianos.

Por último, desde Portugal, Cabo Verde, Mozambique y Angola llega la invitación a “imitar a Don Bosco y su gran capacidad de animar a sus jóvenes a vivir la vida como celebración y ‘la fe como alegría’, a ser verdaderos testigos de la esperanza”.

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